Por Jorge Santa Cruz.

Ciudad de México, 19 de septiembre de 2018.

Hace casi dos semanas, la embajada de Alemania en Brasil publicó un video institucional que provocó una fuerte polémica.

En él, se ve y se escucha al Ministro de Exteriores del gobierno alemán, Heiko Mass, decir lo siguiente: «Debemos oponernos a los extremistas de derecha y no debemos ignorarlos. Tenemos que dar la cara contra los neonazis y los antisemitas».

La cadena pública alemana Deutsche Welle, dice que la postura de Mass provocó posturas encontradas entre el público brasileño.

En la nota titulada Debate en Brasil: ¿fue el nazismo de izquierda o de derecha?, la DW consigna lo siguiente:

Según militantes brasileños, que dejaron sus comentarios en la página web del video, tanto la embajada como el ministro alemán están equivocados en clasificar al nazismo como movimiento de «extrema derecha».

«¿No se llamaba el partido de Hitler Partido de los Trabajadores Socialistas? ¿Dónde se encuentra ahí la extrema derecha?», pregunta un usuario, escribiendo incorrectamente el nombre oficial del partido nazi, que se llamaba Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, o NSDAP.

Otro escribe: «Siendo el país de origen del marxismo, Alemania ha sido infestada por los rojos en la posguerra […]. Por supuesto que van a distorsionar todo y luchar en contra de la derecha».

La Deusche Welle reproduce declaraciones del politólogo alemán Kai Michael Kenkel, investigador del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), de Hamburgo;

«Es muy simple: se trata de la extrema derecha, y listo. Esa discusión sobre si el nazismo es de izquierda o de derecha parece existir solo en Brasil. Si usted le pregunta a un neonazi en Alemania si es de izquierda, se llevará una bofetada»,

Kenkel, agrega: «Esa falsa polémica demuestra que la enseñanza de la historia ha fallado profundamente en Brasil».

El autor de la nota de la DW, Jean-Philip Struck, concluye diciendo lo siguiente:

En Alemania, la disputa sobre si el nazismo es una ideología que puede ser calificada como de derecha o de izquierda es prácticamente inexistente entre historiadores renombrados. Los libros de autores serios sobre el Tercer Reich y Adolf Hitler ubican el origen del movimiento nazi entre las tendencias racistas y nacionalistas de ciertos sectores de la sociedad alemana y las acciones de los «Freikorps», los grupos de paramilitares de derecha que se extendieron por Alemania tras la derrota en la Primera Guerra Mundial, y que combatían a grupos de izquierda, especialmente a los comunistas y a los socialdemócratas.

Ciertos historiadores se refieren a algunas características socialistas del régimen nazi para conquistar a la clase obrera, pero subrayan que ellas eran solo un mecanismo para garantizar la adhesión al verdadero ideal del nazismo: la lucha por la supremacía de la raza aria en el mundo. «Hitler nunca fue socialista», subraya, por ejemplo, el gran historiador británico Ian Kershaw en su monumental biografía de Hitler.

¿Qué decía Hitler?

En su libro Mi Lucha, escrito en 1923, el futuro dirigente nacionalsocialista de Alemania, escribió:

Un movimiento de opinión que aspira honradamente a reincorporar al obrero alemán al seno de su pueblo, arrancándolo de la utopía del internacionalismo, tiene antes que rebelarse vigorosamente contra el criterio que  domina particularmente en las esferas de los patronos industriales y que consiste en comprender bajo el concepto de «comunidad nacional» un incondicional sometimiento, desde el punto de vista económico,  del obrero al patrón, aparte de que creen ver una agresión contra la comunidad en toda reclamación, por justificada que sea, que el obrero haga, velando por sus vitales intereses económicos.

Indudablemente el obrero atenta contra el espíritu de una verdadera comunidad nacional en el momento en que, apoyado en su poder, plantea exigencias perturbadoras, contrarias al bien público y a la estabilidad de la economía nacional; del mismo modo, no atenta menos contra esa comunidad el patrón que por medios inhumanos y de explotación egoísta, abusa de las fuerzas nacionales de trabajo, llenándose de millones a costa del sudor del obrero.

La fuente en la cual nuestro naciente movimiento deberá reclutar a sus adeptos será, pues, en primer término, la masa obrera. La misión de nuestro movimiento en este orden consistirá en arrancar al obrero alemán de la utopía del internacionalismo, libertarle de su miseria social y redimirle del triste medio en que vive, para convertirlo en valioso factor de unidad, animado de sentimientos nacionales y de una voluntad igualmente nacional en el conjunto de nuestro pueblo.

El socialismo, es internacionalista. El neoliberalismo, es decir, derecha, también. El movimiento de Hitler se declaró enemigo de ambos. Y luchó contra ambos.

Usted, que amablemente leyó estas líneas, tiene la mejor opinión.