Una luz en las tinieblas
Por Jorge Santa Cruz (*)
Imagen ilustrativa: Fundación UNAM
La muerte de mi señora madre, Guadalupe Santa Cruz de la Mora (1932-2018), motivó que interrumpiéramos el análisis del 68 mexicano.
Hoy, sin embargo, su ejemplo vivo nos motiva a reproducir un texto que publicó en la página editorial de El Heraldo de México (número 12719), el viernes 16 de marzo de 2001, con el título de «El complot del 68».
En él, resume lo que como periodista indagó acerca del 68 mexicano, tanto durante el conflicto, como al seguir sus secuelas.
Su línea objetiva como reportera estuvo a punto de costarle la vida en la Ciudad Universitaria de la capital mexicana (donde fue embestida por un camión que estaba en poder del Consejo Nacional de Huelga) y su postura crítica como analista le puso bajo espionaje permanente de la Secretaría de Gobernación (el equivalente al Ministerio del Interior en otros países).
El contexto
Para facilitar la comprensión del testimonio consideramos conveniente dar algunas referencias de Lázaro Cárdenas del Río, Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Javier Barros Sierra y Fulton J. Freeman:
1. El general revolucionario Lázaro Cárdenas del Río fue presidente de México entre 1934 y 1940. Trató, por la fuerza, de convertir al país en una república socialista. Obligaba a que los niños y jóvenes cantaran «La Internacional» en las escuelas y desató una segunda persecución religiosa.
Trató de alinear a México con la Cuba castrista en 1959, mediante el «movimiento ferrocarrillero», organizado por el entonces proscrito Partido Comunista Mexicano que tenía como jefes visibles a Valentín Campa y Demetrio Vallejo.
En ese 1959, iniciaba el mandato del presidente Adolfo López Mateos, cuyo secretario de Gobernación era Gustavo Díaz Ordaz.
Cárdenas del Río trató nuevamente de comunizar a México en 1966, ya con Díaz Ordaz como Presidente de la República. Sin embargo, volvió a fracasar. Su hijo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano es prominente figura de la izquierda en México.
2. Javier Barros Sierra era, en 1968, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde donde apoyó el movimiento estudiantil. Acusó al presidente Díaz Ordaz de violentar la autonomía universitaria porque el Ejército entró al campus universitario, donde aseguró armas y propaganda marxista.
3. Fulton J. Freeman era, en aquel trágico año, embajador de Estados Unidos en México. También se entrometió en el 68 mexicano. La Agencia Central de Inteligencia (la CIA) metió las manos, además, porque México apuntaba a convertirse en una potencia de segundo orden con capacidad de estorbar el expansionismo en América Latina.
El testimonio de Guadalupe Santa Cruz de la Mora sintetiza los resultados de sus pesquisas. Se trata de una luz que hiere mortalmente las tinieblas que rodean el intento de golpe de Estado contra el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. Demos paso a la transcripción del documento:
El complot del 68
«Cuando Gustavo Díaz Ordaz fue senador por Puebla, pronunció un discurso anticomunista que despertó el odio de Lázaro Cárdenas del Río. El fracaso de 1959 hizo a Cárdenas tramar un nuevo plan. Lo hechó a andar en julio de 1966, con la complicidad del ex rector de la UNAM, Javier Barros Sierra. Pero Cárdenas y corifeos no contaron con la presencia de alguien… un ex senador nativo de Guerrero. Escribió un libro, el «El Ministro del Odio» y eso le despertó antipatías en la Secretaría de Gobernación a donde ingresó. Lo repudiaban los amigos de Vallejo y Valentín Campa.
»El hombre se mantuvo, se mantuvo en segundo o tercer plano. Observó, escuchó, calló y actuó en su momento, pero ya como empleado de la Secretaría de la Presidencia, en el régimen de Díaz Ordaz.
»El complot de Cárdenas estuvo trazado de tal modo, que con maniobras subversivas México se vio envuelto en una revolución marxista, enfocado a derrocar al gobierno de Díaz Ordaz.
»Ocurrió que: a) de la oficina de Prensa de la Presidencia de la República, se filtraron informes del rango de Seguridad Nacional; b) de la Secretaría de Gobernación partieron citatorios para ciertos periodistas de una cooperativa a fin de proporcionarles nombres, fechas, lugares de los actos subversivos por efectuarse.
»De fuentes fidedignas trascendió y se publicó en 1998 que el embajador de Estados Unidos, Fulton J. Freeman, ofreció apoyos a quienes podrían contribuir a llevar a Detroit la XIX Olimpiada. Se trataba de despojar a México de la sede.
»La entrada lícita y constitucional del Ejército en Ciudad Universitaria casi descabezó al movimiento estudiantil. Víctor Flores Olea era prominente figura del Consejo Nacional de Huelga. Ahí andaba Cuauhtémoc Cárdenas.
»Esa tarde del 2 de octubre del 68 hubiera bastado con que la milicia acordonara la ‘Plaza de las Tres Culturas’, pero la Secretaría de la Defensa Nacional llegó con fuerte contingente. El Primer Mandatario no lo ordenó. ¿Quién? Le competía a Gobernación. Hubo matanza de madres, niños y ancianos, contratados a 50 pesos por cabeza en La Lagunilla.
»¡Atención! El Ejército mexicano no usa luces de bengala como señales. Utiliza: la corneta para la infantería; la trompeta para la caballería y el clarín para la artillería, porque se escuchan sus instrucciones por encima del estruendo.
»El fuego no lo abrieron los militares. Fueron los francotiradores del edificio «Chihuahua». Abatieron al general Hernández Toledo, quien llamaba a la cordura con magnavoz.
»Los individuos del guante blanco pudieron ser manejados por traidores a Díaz Ordaz y ¡a México!, infiltrados entre altos funcionarios. El Ejército contestó los ataques de arriba y de abajo. Los sediciosos fusilaron al pueblo inerme, desde sus guaridas en las azoteas. ¡Se necesitaban víctimas!
»El personaje incógnito, el ex senador, fue enviado esa tarde y noche a buscar con urgencia a líderes como Ifigenia Martínez de Navarrete. Él era Jorge Joseph y dejó su testimonio en «Móndrigos» obra escrita, ilustrada y publicada antes de su muerte. Libro que ha desaparecido de librerías, quizá por los temores a la verdad del 68…
»Otro folleto de mayo de 1969. «El Dilema del Desarrollo: Democracia o Autoritarismo» revela cosas muy interesantes con las firmas de Jorge Cortés Obregón, Víctor Flores Olea, Gastón García Cantú, Horacio Labastida, Francisco López Cámara y Gustavo Romero Kolbeck. Confiamos siempre en nuestras Fuerzas Armadas. Ya hablaremos de Chiapas. De los gavilleros encapuchados».
Conclusión
El lunes 19 de noviembre de 2018, el futuro presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció la creación de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, que estará a cargo de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller.
El equipo estará conformado, además, por Cristina Barros Valero (hija del fallecido ex rector de la UNAM, Javier Barros Sierra), el flautista Horacio Franco, la escritora Elena Poniatowska, el artista plástico Carlos Pellicer, el historiador Miguel León Portilla, la poetisa Margarita Villarreal y el actor Arturo Beristain.
La versión de Guadalupe Santa Cruz de la Mora (qepd) está aquí, lista para ser continuada por un equipo interdisciplinario honesto y, por lo tanto, imparcial.
Sin embargo, la presencia de Cristina Barros Valero y de Elena Poniatowska (defensora a ultranza de la versión de la izquierda) permiten suponer que la mentira del 68 mexicano se mantendrá por lo menos durante seis años más.
Continuará.
(*) Periodista mexicano.
