El periodista mexicano Jorge Santa Cruz se coloca del lado políticamente incorrecto y reitera su postura a favor de la vida.

Por Jorge Santa Cruz (*)

Foto: Wikipedia (Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International)

Ni el hombre ni la mujer son dioses. El ser humano no es divino. No tiene potestad para decidir sobre la vida y la muerte.

Ninguna persona, por poderosa que sea, puede predecir qué espermatozoide va a fecundar al óvulo durante una relación sexual.

Aun en los experimentos de laboratorio, los que manipulan los gametos masculinos y femeninos, están sometidos al ensayo y error.

En los espermatozoides y en los óvulos hay vida; cuando el espermatozoide fecunda al óvulo, el nuevo ser tiene su propia alma, única, eterna.

Esa alma no fue creada por los manipuladores en los laboratorios. No les pertenece.

En conclusión, nadie tiene derecho a experimentar con seres humanos ni a matar a un ser que merece desarrollarse.

En esta sociedad-basura, se debe defender la vida humana antes que la vida de las tortugas, de las vaquitas marinas y de los delfines.

(*) Contacto: jlsc.ua@gmail.com