El periodista mexicano Jorge Santa Cruz cuestiona el profesionalismo y la ética de los medios de comunicación que presentaron de manera sensacionalista algunos fragmentos de las memorias del piloto de Hitler, Hans Baur, evitando hablar, en cambio, de los planes que tenía el führer alemán sobre un Estado judío independiente en Madagascar. (En la foto superior aparecen el Gran Mufti de Jerusalén y Adolfo Hitler, durante una reunión en la Cancillería de Berlín, llevada a cabo en 1941. Crédito de la imagen: Bild Bundesarchiv).
Por Jorge Santa Cruz (*)
El periodista e historiador mexicano Salvador Borrego E. enseñaba ya a mediados del siglo pasado que «La noticia es la significación de un suceso probable o consumado». (1) Más que el hecho, por lo tanto, debe prevalecer la significación del hecho.
«Los acontecimientos —agregaba— son apariencias, pero no esencias por sí mismas; su esencia sólo nos es dada por su significación». (2)
Transcurría el último tramo de la década de la crucial década de 1940 y los alumnos del Maestro Borrego lo escuchaban atentos en las aulas de la Academia de Periodismo García Valseca.
El planeta acababa de vivir los horrores de la Segunda Guerra Mundial y amplios sectores de la opinión pública se horrorizaban al ver cómo las «democracias» habían cedido la mitad de Europa a la Unión Soviética y de qué manera habían entregado China a los comunistas. Los hechos no correspondían al discurso libertario de los «líderes» occidentales.
En ese contexto, Salvador Borrego explicaba que «El significado de un suceso puede ser variable, según quien lo juzgue, pero el significado genérico, universal, de sentido común, es uno solo. Y es éste el que constituye la noticia; es el que necesita buscar el periodista». (3)
Este argumento conducía a una primera conclusión: cualquier versión única es automáticamente sospechosa. El periodista —como el historiador— debe atender todos los significados del suceso hasta encontrar su significado genérico, universal, de sentido común, el que no cambia.
Por lo tanto —y siguiendo esa lógica—, el periodista tiene el deber de ser plural a la hora de investigar los significados parciales y de divulgarlos como son; no hacerlo deriva en presentar noticias sesgadas. Y la verdad no admite sesgos.
Las cátedras de Salvador Borrego E. dieron forma a la primera edición de su libro Periodismo Trascendente, editado por Jus y publicado por primera vez en 1951. Desde entonces, comenzó a sufrir hostigamientos, amenazas y persecuciones de parte de aquellos a los que les convenía —y conviene— la versión única.
«En la función trascendente el periodismo es un órgano sensorial sociológico al servicio de la colectividad. Es un órgano que penetra en la realidad actual, a través de las apariencias a veces desconcertantes y contradictorias, y que percibe el porvenir que las mayorías no pueden ver aún; es el tacto a distancia en el tiempo, que hace conscientes para la sociedad los peligros y las promesas que se perfilan en el futuro.
»Cuando el periodismo no llega a ser trascendente, cosa que ocurre muy a menudo, se acoge forzosamente a normas políticas, a normas económicas o a normas egocéntricas. Todas ellas son prostituciones del periodismo. Cuando mucho, juzgadas benévolamente, son manifestaciones circunstanciales e incompletas del periodismo». (4)
En abril de 2019, a casi 74 años de la capitulación de Alemania frente los aliados, amplios sectores de la opinión pública nacional e internacional comienzan a darse cuenta de que las versiones unilaterales, escandalosas, muy jugosas en cuanto a los recursos económicos generados, son tan frágiles como los castillos de arena.
En nuestro artículo anterior, titulado Las memorias del piloto de Hitler y el ridículo de la mediocracia mundial, nos referíamos a la manera soez en que los medios de comunicación —al menos de Occidente— difundieron morbosas narraciones de los últimos momentos del canciller alemán, Adolfo Hitler. (5)
Para ello, se valieron de «recientes publicaciones» de las memorias del teniente general Hans Baur, quien fue el piloto de Hitler durante doce años, para saciar a los lectores ansiosos de morbo y superficialidad.
El caso es que —como lo demostramos en la citada colaboración— las «recientes» memorias de Baur aparecieron originalmente en… ¡1957!
Además, los medios que desplegaron notas y reportajes al respecto «dejaron ir la nota» (como se dice en el medio periodístico cuando se deja escapar el significado más relevante), ya sea por impericia o por complicidad.
Ocupados en dar hasta el más ínfimo detalle del estado de ánimo de Hitler, los medios evitaron resaltar su denuncia acerca de que había sido traicionado y vendido por sus generales. Hubo algunos periódicos y páginas de Internet que sí lo publicaron, pero de manera muy superficial.
Lo peor, sin embargo, tuvo que ver con la censura al testimonio de Baur que habla de que Hitler pensaba crear un Estado judío independiente en Madagascar:
«Traté de disuadirlo de su intención. Había todavía aviones con los que podía llevarlo a Argentina, al Japón o cerca de los sheiks que le eran favorables a causa de la cuestión judía y le habían enviado frecuentemente café, o al Sahara, donde podría desaparecer. Esta cuestión judía había suscitado muchos enemigos a Hitler, pero también algunos amigos. Pensaba resolverla, cuando terminara la guerra, quitando Madagascar a los franceses para crear allí un estado judío independiente, soberano, donde los israelitas de Egipto serían también enviados. Este proyecto le había ganado la simpatía del gran Mufti que se encontraba entonces en Egipto y que había ido muchas veces a visitarlo, y yo los había visto juntos en diversas oportunidades en los jardines de la Cancillería». (6)
¿Por qué los medios que recién «descubrieron» las memorias de Baur e hicieron gran escándalo con ellas, omitieron mencionar la solución final de Hitler a la cuestión judía? Repitamos la explicación del Maestro Salvador Borrego E.:
«Cuando el periodismo no llega a ser trascendente, cosa que ocurre muy a menudo, se acoge forzosamente a normas políticas, a normas económicas o a normas egocéntricas. Todas ellas son prostituciones del periodismo. Cuando mucho, juzgadas benévolamente, son manifestaciones circunstanciales e incompletas del periodismo». (7)
La verdad, hasta donde sabemos, no tiene ideología.
Bibliografía y referencias electrónicas
- Salvador Borrego E. Periodismo trascendente. (México: Editorial Jus. 1973), 9.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid., 5.
- Jorge Santa Cruz. «Las memorias del piloto de Hitler y el ridículo de la mediocracia mundial». Sin Compromisos. La otra Historia. Recuperado el 08 de abril de 2019. https://periodismosincompromisos.wordpress.com/2019/04/06/las-memorias-del-piloto-de-hitler-y-el-ridiculo-de-la-mediocracia-mundial/#more-1454
- Hans Baur. Yo fui el piloto de Hitler. Traducción de Josefina Delgado. (Buenos Aires, Argentina. 1980), 223.
- Salvador Borrego E. Periodismo trascendente. (México: Editorial Jus. 1973), 5.
(*) jlsc.ua@gmail.com
