La guerra que nadie querrá ver

Roberto Santa Cruz (Facebook)Por Roberto Santa Cruz

El poderío nuclear está allí.

No lo vemos, no nos sentimos incómodos ni nos atemoriza su capacidad de destrucción multiplicada exponencialmente tras lo ocurrido en agosto de 1945 con Japón.

El fin de la Segunda Guerra Mundial, que para muchos es lejano, casi irreal, como un mal sueño que nos aterroriza con sus imágenes.

Pero ni Hiroshima ni Nagasaki fueron sueños.

Estados Unidos, en específico la cúpula del poder encabezada por Harry Salomón Truman, había optado por las bombas atómicas para doblegar el Imperio del Sol Naciente e imponer su política tras la caída del Eje.

Al marcar el reloj las 8:15 de la mañana, el bombardero de EE.UU. dejó caer la fatalidad sobre Hiroshima. Estalló a 600 metros de la superficie, del nivel de las calles. En un kilómetro y medio de radio todo ardió instantáneamente por la fuerte reacción.

Literalmente los que estaban en esa zona fueron calcinados e incluso evaporados por el calor generado por la fisión. 80 mil muertos en segundos

La gente desapareció como una gota de agua en un comal ardiente.

Las escenas fueron dantescas, enmarcadas por la inmensa nube que se elevó. La potencia de la explosión se equiparó con 13 mil kilogramos de TNT.

Reproduciré el testimonio de un sobreviviente, Shinji Mikamo:

«De repente tenía frente a mí una gigantesca bola de fuego. Era al menos cinco veces más grande y 10 veces más brillante que el Sol. Venía directamente hacia mí, una poderosa llama de un notable color amarillo pálido, casi de color blanco.

«El ruido ensordecedor vino después. Estaba envuelto por el trueno más fuerte que jamás había escuchado. Era el sonido del universo en explosión. En ese instante sentí un dolor punzante que se extendió por todo mi cuerpo. Fue como si un balde de agua hirviendo hubiese sido arrojado sobre mi cuerpo y fregado mi piel».

Logró sobrevivir y narrar aquel infierno en la tierra.

Así, con el paso del tiempo, se han logrado reunir decenas de testimonios. Todos coinciden en que las bombas eran como el anticipo del fin del Mundo.

No les faltaba razón.

El 15 de agosto el emperador Hirohito anunció:

“El enemigo ha lanzado una nueva y cruel bomba, que ha matado a muchos ciudadanos inocentes y cuya capacidad de perjuicio es realmente incalculable. Por eso, si continuamos esta situación la guerra al final no sólo supondrá la aniquilación de la nación japonesa, sino también la destrucción total de la propia civilización humana”.

Las bombas habían cumplido su misión.

Lo que no entendemos es que son un juguete comparado con el potencial de EE.UU. y Rusia. Si por alguna razón estallara una guerra nuclear, este planeta será historia.

Y nadie podrá narrar lo que sucedió.

Sugiero leer:

https://www.abc.es/ciencia/abci-terror-radiactivo-hiroshima-y-nagasaki-201608131823_noticia.html

Testimonio completo de Shinji Mikamo

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/08/140806_internacional_hiroshima_superviviente_msd

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