Por Mario Rosales Betancourt (*)
Foto: SHCP.
No había concluido el problema con la Policía Federal, cuando se da la renuncia más importante en el gobierno de López Obrador, la del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, dependencia que maneja los ingresos y los gastos del gobierno federal y, con ello, la que más influencia tiene en la macroeconomía del país.
En unos día, en agosto, parece que inevitablemente estaremos formalmente en recesión y esta situación explica -junto con los problemas derivados de «los otros datos» y la mano negra de Alfonso Romo-, no sólo la salida, sino el texto de la carta con la que Urzúa anunció su renuncia y con ello puso a temblar los mercados, que se calmaron un poco con la designación del subsecretario Herrera.
El Dr. Arturo Herrera tiene el perfil, la experiencia y conocimiento para ser un buen secretario de Hacienda, pero su gran defecto es su sumisión al presidente, que incluso lo ha desmentido y él lo ha aceptado con la cabeza gacha. Cuando el presidente le pregunte qué hora es, responderá «la que usted diga señor presidente». Y eso sólo ocasionará que el presidente tenga otra hora y otros datos que los demás.
Por el bien de México, esperamos que el temblor en el gabinete por la renuncia sea sólo de baja magnitud y no una catástrofe.
(*) Abogado, profesor universitario (con 44 años de trayectoria en la UNAM) y periodista.
