Por Mario Rosales Betancourt (*)
Foto ilustrativa: Notimex
Se prolonga hasta el 30 de abril el periodo de «quédate en casa», o sea, de suspensión de actividades no esenciales para la mayoría de la población, y se anuncia que después habrá un regreso paulatino y regional; es decir, las acciones para mitigar los efectos de la pandemia de Covid-19 van a tener que prolongarse, con todos los efectos secundarios que ocasiona esta medida que da prioridad a la Salud.
Se ha repetido mucho la antigua fábula del labriego y la peste, en la cual se cuenta que un labriego en su camino se encuentra con la peste, quien le dijo «Voy a Bagdad a matar a quinientas personas». Después de un tiempo, se reencontraron y el labriego le reclamó que habían muerto cinco mil, a lo que la peste respondió: «Yo sólo maté a quinientos; a los demás los mató el miedo».
La verdad es que muchísimo estamos sufriendo, algunos realmente angustiados, porque los ingresos han disminuido o incluso totalmente desaparecido; o porque se ve como inevitable la quiebra del negocio o la pérdida del empleo.
Todos hemos visto cómo merma nuestro bienestar, al no poder hacer lo que nos gratifica y nos gusta. Por ejemplo, causa un fuerte malestar a muchos fieles el no poder asistir a sus misas y, por el contrario, también causa molestia a muchos el no poder ir a tomar una copa con sus amigos.
Maestros y alumnos nos extrañamos; artistas, deportistas y demás actores en espectáculos requieren a sus público y los públicos quieran volver a gozar de sus aficiones.
Pero si bien duelen lo económico, lo recreativo, lo vacacional (porque con el prolongamiento hasta el 30 de abril, muchos perdemos nuestras vacaciones anuales), lo que más lastima es lo afectivo.
Por ejemplo, quien escribe —un hombre mayor de 65 años, con hipertensión, diabetes, obesidad y problemas cardiovasculares— no debe (y así lo ha hecho) abrazar y besar a su nieta de dos años, que en cuanto lo ve corre a abrazarlo y él, movido por el deseo de verla crecer, se abstiene de hacerlo. Cierto: lo más valioso son las vidas, pero lo demás también es importante.
La declaración de emergencias sanitaria y las nuevas medidas y su alargamiento por lo menos al 30 de abril, son lo importante, pero en la conferencia de prensa que acabamos de ver, se nos evidencia que el secretario de salud no sirve ni como moderador, que su subsecretario es la figura realmente importante, y, que su jefe inmediato es solo un feo florero, que no sirve para nada.
Y, por otro lado, que la secretaria de gobernación —quién constitucionalmente sería presidenta en lo que el Congreso decide quién sería presidente interino o sustituto, en caso de ausencia del presidente constitucional— también estuvo de adorno, y que el papel protagónico lo tuvo en esta conferencia de prensa el secretario de relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, con lo que de facto, se esta convirtiendo en el virtual vicepresidente.
(*) Abogado, periodista y profesor universitario
