Por Mario Rosales Betancourt (*)
Imagen ilustrativa: Presidencia de la República
No sé si los norteamericanos estén de acuerdo en que Franklin D. Roosevelt ha sido su mejor presidente, por encima de Washington, Lincoln, Jefferson o Adams, entre otros; pero lo que es claro es que en lo económico es el gran modelo, en el cual se inspira Andrés Manuel López Obrador, para su plan de recuperación económica.
El llamado New Deal, o sea, «nuevo trato» de Roosevelt, fue la respuesta ante la gran depresión de 1929. Y se inspiró en el pensamiento del gran economista inglés John Maynard Keynes, autor de Consecuencias económicas de la paz y Teoría general del empleo, el interés y el dinero.
Pero hay que entender que la gran depresión de 1929 y años siguientes fue por causas endógenas, esto es, provocada por la propia economía; en cambio, la actual es por una causa exógena, es decir, externa a la economía, como lo es la pandemia de Covid-19.
Las crisis económicas fueron previstas por autores como Tomás Roberto Malthus y el propio Carlos Marx, que señaló que las crisis eran resultado de las contradicciones del capitalismo. Pero Keynes no sólo las reconoce, sino lo más importante, da recetas para suavizarlas y si bien no erradicarlas, sí hacer —por medio de políticas económicas estatales— que no sean menos graves.
El New Deal implicó romper con el liberalismo que provocó el gran auge de los felices veinte, pero que luego llevó a un decrecimiento económico acompañado sobre todo de un gran desempleo y, desde luego, de la quiebra de muchas empresas.
El plan de Roosevelt implicó un gran apoyo a los grupos económicamente más débiles, para incrementar su nivel de vida y su consumo; una gran inversión pública, una política fiscal que implique no incrementar o incluso reducir impuestos y, claro, como consecuencia de los dos aspectos anteriores, el Estado tendría menos ingresos y más gastos. Ello implica un déficit presupuestal y requiere, si no hay fondos ahorrados, un endeudamiento.
El New Deal no resolvió por sí solo la depresión, aunque si generó programas sociales muy importantes, pero fue sólo la Segunda Guerra Mundial, con sus nocivos efectos, lo que logró la gran recuperación y aun, el auge de la economía norteamericana.
No se pueden aplicar las mismas recetas para enfermedades diferentes y, sobre todo, a enfermos muy distintos, pero lo dicho por el presidente López Obrador es la misma receta keynesiana, o sea una gran inversión pública, y una búsqueda del pleno empleo.
López Obrador empezó su informe —que como todo lo que hace o dice, recibe un gran apoyo de sus simpatizantes y fuertes criticas de sus adversarios— señalando que todavía son tiempos de incertidumbre, por lo que se tiene que hacer el diagnostico preciso y el programa de recuperación, hasta cuando se vea la salida a la crisis de salud. Incluso dijo claramente que en este campo lo más difícil está por venir .
Pero lo deseable es que así como en materia de salud, López Obrador ha dejado que sus especialistas sean lo que decidan, creemos que en materia económica también deben ser los especialistas en economía, los que decidan.
(*) Abogado, periodistas y profesor universitario
