Por Biol. Vanessa Abigail Romero Yahuitl
Imágenes: Jorge Reyes Flores
La Ciudad de México cuenta con abundantes riquezas naturales, dignas de conservar. En la zona sur, se encuentran los últimos remanentes del complejo lacustre de la Cuenca de México, abarcando las demarcaciones de Xochimilco, Chalco y Tláhuac, con territorios de humedales y canales de vital importancia para el aprovechamiento humano, la amortiguación de lluvias y la conservación de especies y ecosistemas.
Estos territorios cuentan con diferentes usos de suelo —como actividades agrícolas, asentamientos urbanos y zonas de conservación— interconectados por canales, ríos y lagos.

La Sierra de Santa Catarina tiene una extensión de 3137.7 hectáreas y ocupa territorio de Iztapalapa y Tláhuac. Entre sus verdes parajes y amplios pastizales se encuentra una microcuenca o lago que representa una zona de recarga estratégica para el sistema hidrológico de la ciudad de México, de vital importancia para abastecer de agua a más de un millón de habitantes de la gran urbe.
Este territorio, conocido en tiempos prehispánicos como Sierra de Ahuizotl —que en lengua náhuatl significa «perro de aguas o «animal anfibio»— aloja el pueblo originario de Santa Catarina Yecahuizotl («nariz del animal anfibio»), un poblado rico en tradiciones y áreas verdes remanentes que se resisten a la deforestación y explotación de recursos hídricos y territoriales de la zona sureste de la ciudad.

A su vez, este territorio se interconecta con el poblado de Mixquic mediante una serie de pozos, grietas y lagunas de infiltración, que construyen un paisaje único, caracterizado por la actividad chinampera de los pobladores —quienes han sabido mantener las tradiciones prehispánicas a pesar del crecimiento de la mancha urbana—. Mixquic aloja cada año a cerca de 100 mil personas que acuden para presenciar la celebración de día de muertos más grande de la cuenca de México.

Además de su valiosa cultura, el poblado de San Andrés Mixquic cuenta con 18 km de canales, en los que se lleva a cabo el cultivo mediante la alternativa ecológica y tradicional de las chinampas, que ofrece abastecimiento de hortalizas de manera sustentable, sin depender de las lluvias, aprovechando al máximo los recursos hídricos de la zona.
Alrededor de los canales de Tláhuac podemos encontrar biodiversidad característica y árboles emblemáticos, como el ahuehuete o sabino (Taxodium mucronatum), el sauce llorón (Salix babylonica) y el Ahuejote (Salix bonplandia). Este último es aprovechado desde épocas prehispánicas por su capacidad para controlar la erosión del suelo, delimitar los canales y disminuir el impacto de los vientos en los cultivos; es por eso que la gente de Tláhuac los cultiva y los aprecia como parte de su tradición.

La zona de humedales de Tláhuac es uno de los territorios de los que menos se habla a la hora de resaltar la importancia de conservar y revalorizar las áreas verdes de la ciudad de México, pero, como se argumentó en la nota, son zonas de vital importancia para el bienestar de la CDMX y el abastecimiento de agua para quienes la habitan; además, estos poblados poseen una riqueza en biodiversidad, cultura y tradición que vale la pena conservar e incentivar en sus pobladores.
«… estamos en la ciudad, no podemos salir de ella sin caer en otra, idéntica aunque sea distinta, hablo de la ciudad inmensa, realidad diaria hecha de dos palabras: los otros, y en cada uno de ellos hay un yo cercenado de un nosotros”.
En palabras de Octavio Paz se refleja la esencial unión entre la salud territorial de la ciudad y la conexión directa que tiene con nuestras vidas y nuestras tradiciones.
