La partida que nos da el carecer de partidos

Por Mario Rosales Betancourt (*)

Imagen ilustrativa: Presidencia de la República

Mientras el supuesto partido en el poder da un espectáculo vergonzoso debido a la lucha por su dirigencia y evidencia que no los une una ideología, o un programa de gobierno, sino sólo el pragmatismo para estar, conservar e incrementar el poder que tienen, los partidos de oposición sólo son cadáveres insepultos, cuyos fétidos olores, provocan su cada vez mayor rechazo, y los partidos satélites sólo son negocios para obtener ventajas a favor sólo de sus dirigentes.

El artículo 41 de nuestra Constitución establece que los partidos políticos son entidades de interés público con lo que permite a organizaciones de ciudadanos el acceso al ejercicio del poder, de acuerdo con principios, programas e ideas que postulan.

Morena fue resultado de la propuesta de un individuo: Andres Manuel López Obrador, a la que se sumaron muchos actores políticos y ciudadanos de muy diversas ideologías, programas de gobierno e ideas, unidos sólo por el liderazgo de AMLO y el rechazo a la corrupción y los malos resultados de los gobiernos anteriores; Morena no ha sabido ni integrarse, ni definirse. Sus conflictos internos han sido múltiples y a todos los niveles, no sólo en lo nacional sino también en lo local. Le cayó la plaga del oportunismo y se llenó de cacicazgos locales y de ambiciosos, que por seguir en la palestra, cambiaron la camiseta tricolor o blanquiazul, pero entraron a Morena con sus mañas y su perversidad. Hasta el propio AMLO dijo que era mucho pueblo para tan poca diligencia.

De acuerdo con el texto constitucional, los partidos políticos deberían tener un origen ciudadano y una ideología definida, pero Morena no cumple con ninguno de esos dos requisitos. Su origen no fue ciudadano, ni de una clase u organización social; fue un liderazgo unipersonal, basado en una clara, contundente y sobre todo cierta y muy bien fundada, crítica social a los gobiernos que estaban y habían estado en el poder, cuando surgió Morena.

Y en lo segundo, Morena no tiene ideología sino sus integrantes son de muy diversas o carecen de ideología. Así, los grupos de derecha, le dicen comunista, pero los de izquierda (los pensadores de la verdadera izquierda), por el contrario, dicen que para nada es de izquierda, sino de derecha. La verdad, es que un supuesto partido de izquierda, que sea tan dócil como éste al gobierno de los Estados Unidos, es imposible aceptar que realmente sea de izquierda.

El presidente López Obrador se autodefine liberal, pero ni el lo político y menos en lo económico, su política es propia del liberalismo. Es el partido de un caudillo, no de una ideología única.

Pero es mucho peor la situación de los antes tres importantes partidos: PAN, PRI y PRD, que estuvieron en el poder y detentándolo no sólo incurrieron en errores o en negligencias inexcusables, sino en actos verdaderamente criminales. No sólo están moralmente derrotados, están políticamente muertos.

La falta de partidos nos la parte, ya que se concentra el poder presidencial, sin límites efectivos, y surge una oposición, que por estar fuera de los cauces institucionales puede ser contraproducente, porque le da la razón al presidente en eso de que hay fuerzas conservadoras y que sus golpes que no le matan, ni realmente le menoscaban, solo fortalecen al gobierno de la 4T.

O pueden ser peligrosa, porque al no actuar a través de partidos, sólo pueden provocar una justificación para la violencia. Los partidos son cauces institucionales y democráticos; cuando un río sale de cauce, decimos que se desmadra… Así, la falta de un buen sistema de partidos sólo puede provocar el desmadre político en México.

(*) Profesor titular C con 44 años de antigüedad en FES Acatlán, UNAM. Profesor con 39 años de antigüedad en UAM-Azcapozalco. Miembro de ANPERT (Asociación Nacional de Periodistas de Radio y Televisión) y de CONAPE (Compañeros Internacionales Periodistas y Editores).

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