Su preparación, honestidad y buena fe pondrían un dique al odio y mediocridad promovida por los comunistas que gobiernan a México

Por Jorge Santa Cruz
Imagen: Especial
El general de división diplomado de estado mayor retirado, Roberto Badillo Martínez, analiza en detalle la figura de Enrique Octavio de la Madrid Cordero, a quien considera como el único político capaz de vencer al partido en el poder en la elección presidencial de 2024.
Con más de 47 años ininterrumpidos de servicio en el Ejército mexicano y luego, como diputado federal y escritor, Badillo ha seguido de cerca los cambios históricos de nuestro país. Hoy, de cara al proceso electoral de 2024, afirma que Enrique de la Madrid cuenta con la preparación, los valores, la experiencia y la buena fe que son necesarios para asumir la Presidencia de la República y para convocar a una real unidad nacional.
General: ¿existe en México un político que pueda derrotar a Morena en 2024? Todo apunta a que será una elección de Estado.
Enrique Octavio de la Madrid Cordero es el único candidato que puede derrotar al partido en el poder. Ningún senador de la oposición, ningún gobernador opositor, ningún diputado ajeno a Morena cuentan con la preparación, con la capacidad demostrada, con el carisma y, sobre todo, con el deseo de servir a México como este político. Sé que lo puede hacer bien. Su padre fue un político honrado, no como el gobernador de Puebla que le compró su casa.
La vida de Enrique de la Madrid ha estado dedicada al servicio público y a la academia, siempre sirviendo a México, sin radicalismos y sin ofensas a los demás mexicanos.
Ser hijo del expresidente Miguel de la Madrid puede ser considerado como una ventaja, o como un lastre. ¿Usted cómo ve esta situación?
Al padre de Enrique, el presidente Miguel de la Madrid (quien gobernó del 1 de diciembre de 1982 al 30 de noviembre de 1988) le correspondió lidiar con dos problemas mayúsculos: el cambio de modelo político y la transformación del modelo económico. Hubo otro, también muy delicado: el de la presunta ineficacia de su gobierno durante la crisis provocada por los terremotos de 1985.
Te lo digo así de directo: el sistema político pasó del régimen revolucionario monolítico al de la apertura democrática que se vivía en todo el mundo en aquel tiempo; por otro lado, el presidente Miguel de la Madrid abrió el país al comercio mundial, a las relaciones financieras entre todos los continentes. En consecuencia, puso fin al proteccionismo económico que beneficiaba a los agentes internos de la industria y demolió el modelo de sustitución de importaciones.

Ello involucró al presidente y a todo su gobierno en una verdadera batalla en todos los órdenes nacionales: históricos, políticos, comerciales, industriales, ideológicos. Y todo tuvo que hacerse en un sexenio. Si De la Madrid Hurtado no lo hubiera hecho en el tiempo en que lo hizo, el caos posterior en México hubiera sido indescriptible.
Las transformaciones emprendidas por De la Madrid Hurtado ocurrieron en el contexto de los grandes problemas mundiales de recesión y crisis económica que caracterizaron a los años ochenta del siglo pasado.
La diplomacia mexicana de ese entonces batalló en los foros mundiales para poder adecuar los cambios que tenían lugar en México, a pesar de la terrible resistencia de los actores afectados. Es esta, una etapa de la historia que no ha sido contada por ningún verdadero periodista; ninguno le ha entrado a este hueso porque es duro de roer.
Entre paréntesis, la diplomacia mexicana, con la iniciativa de Contadora, fue el principal elemento que logró la paz entre los pueblos hermanos de Centroamérica, región que llevaba más de veinte años de luchas sangrientamente impulsadas por el comunismo internacional.
Esta fase del presidente De la Madrid tampoco ha sido contada por ninguno de los miles de periodistas chayoteros que existen en México. Eso fue un logro histórico que nadie le reconoció a México y a su presidente, porque los premios internacionales están controlados por una mafia mundial que los asigna a quienes no los merecen. Dicho de otra manera: los otorgan a personas que esa mafia selecciona para que le sirvan.
Así, el premio se lo dieron a un costarricense que, desde luego, no lo merecía. Ese final de las guerras en Centroamérica evitó miles de muertes de personas inocentes porque las revoluciones y las guerras son salvajes e inhumanas. Y ese mérito corresponde a México, a su presidente de aquel tiempo, Miguel de la Madrid Hurtado, y a su canciller, Bernardo Sepúlveda Amor. Esta es la historia que ignora la mayoría de los mexicanos.
Como consecuencia de esos cambios internos institucionales, de los que se tuvieron que hacer ante los organismos intencionales (que no fueron pocos), fue que México, nuestro país, pudo entrar con todos los derechos al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), sin el cual, nuestro país jamás hubiera tenido los privilegios y obligaciones para poder comerciar y hacer actividades bancarias en todo el mundo.
Sin este acuerdo ―logrado por Miguel de la Madrid―, Carlos Salinas de Gortari no hubiera podido concretar el Tratado de Libre Comercio con los otros dos países norteamericanos. Y sin el TLCAN, Enrique Peña Nieto tampoco hubiera podido concretar el Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
General: la izquierda, especialmente, critica esos dos tratados.
Hay que recalcar contundentemente que, sin esos dos tratados con Norteamérica, México sería un paria en el comercio mundial, y no la potencia mundial exportadora e importadora en que se ha convertido.
El comercio internacional es de ida y vuelta, porque debe ser un ganar-ganar, tanto para el que vende, como para el que compra. Si no, es difícil que funcione. Por estos dos tratados, México ha resistido y resistirá los embates del comunismo internacional y de sus camaradas comunistas camuflados de mexicanos.
Los comunistas mexicanos quieren que nuestro país desvíe su rumbo, que pierda su grandeza, que deje de tener presencia importante en el concierto de las naciones.
Pasemos a otro tema: se dice que, luego de los terremotos del 19 y 20 de septiembre de 1985, fue la gente la que se organizó ante la pasividad del gobierno…

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Ya hablé de la transición política y económica que impulsó Miguel de la Madrid Hurtado. El otro tema grave de su gobierno fue, como bien dices, el de los rumores esparcidos por comunistoides de escritorio en el sentido de que su gobierno no atendió el sismo del 85 como se debía.
No habían pasado 30 minutos del sismo del 19 de septiembre (recuerda que ocurrió a las 07:19 horas), cuando centenares de motociclistas recorrían las calles y avenidas de la Ciudad de México con el fin de informar, al minuto, al secretario de la Defensa Nacional, de lo que pasaba para ―de inmediato― enviar los auxilios adonde se necesitaban.
Lo peor para cualquier persona, familia, comunidad o gobierno son los rumores echados a volar desde cómodos escritorios de espléndidas oficinas o utilizando los medios de radio y televisión para lanzarlos. Pues a esto se enfrentó el padre de Enrique Octavio de la Madrid Cordero.
La entrevista ha girado en torno más a Miguel de la Madrid Hurtado que a Enrique de la Madrid, general…
Enrique de la Madrid es un hombre prudente, con vasta experiencia y preparación para ser el líder de una coalición nacional que represente a toda la oposición en las próximas elecciones. Luis Donaldo Colosio, el presidente municipal de Monterrey, puede esperar seis años más. En efecto nadie lo detendrá cuando sea nominado candidato.
Enrique es la figura actual que México necesita para devolverle dignidad al Estado mexicano, al gobierno mexicano, y para ser un representante de todos los mexicanos; no de partidos, no de grupos, no de facciones.
Él sabría representar dignamente a los mexicanos desde la frontera norte hasta la frontera sur. Y desde el Océano Pacífico al Golfo de México y Mar Caribe. Sería un presidente preparado en universidades mexicanas para hacer política en nuestro país, y para gobernar a nuestro pueblo.
La educación que ha recibido aquí le ha proporcionado una visión muy amplia de los grandes problemas nacionales, que ahora son mucho mayores que cuando Molina Enríquez los expresó por primera vez a principios del siglo pasado.
Sería un presidente que privilegiaría, practicaría y promovería la unión de todos los mexicanos; no la división ni el odio. El odio es impulsado por los comunistas. El odio está muy arraigado en el Estado y el gobierno mexicanos por la profunda penetración comunista en el régimen posrevolucionario. El odio entre mexicanos divide al país, al pueblo, e impide que se cumplan las grandes metas que debemos establecer como nación. Este es el primer problema que se debe resolver.
Enrique es un gran conocedor de los problemas nacionales, por haberse forjado, además, en las entrañas del sistema político mexicano ―en el que cumplió con distinción todos los deberes que se le encomendaron―. Subrayaré (si me lo permites, Jorge) que él conoce muy bien los problemas del norte, del centro y del sur de México. Y que tiene claro que las universidades deben formar a los hombres y mujeres que habrán de resolverlos.
Gran parte de los mexicanos no ha salido de sus aldeas, de sus pueblos, de sus ciudades. Es muy necesario promover el intercambio de niños y jóvenes del norte, del centro y del a sur. Hacerlo desde sus escuelas y universidades. Enrique de la Madrid Cordero tiene la imaginación para que ese acercamiento entre el norte, el centro y el sur sea una realidad.
En Tijuana hay un museo de los pueblos ancestrales de la Baja California que incluye algo del estado de Sonora. Es un orgullo de los tijuanenses. Lo visité como veracruzano que conoce los museos de Veracruz ―como el de Antropología, de Xalapa―.
Como la explicación la dio un funcionario del museo, al final del recorrido le hice ―en privado― una sugerencia: «Este museo tan visitado por personas de la frontera, y también por turistas estadounidenses, podría ser complementado con un espacio de las culturas del Golfo de México. El Museo de Antropología, de Xalapa, además de los cientos de piezas espectaculares que exhibe, tiene en sus bodegas más de veinticinco mil de gran valor arqueológico e histórico. Primero visiten el museo; luego, conozcan el resto del acervo que está en los sótanos y, finalmente, propongan un convenio con las autoridades del estado de Veracruz. Soliciten piezas a préstamo, con todas las formalidades de las leyes federales, veracruzanas y bajacalifornianas».
Imaginen que se pudiera hacer algo semejante en las principales ciudades del norte de México. Y voy más allá: que los museos del norte lleven exposiciones a los del centro y del sur; y que estos, compartan con los del norte. Pero, para ello, debe de establecerse primero ―en todo el país― un clima de paz, tranquilidad y hermandad entre los mexicanos; sin odios, sin pleitos callejeros, sin pleitos de barriada (parecidos a los pleitos de cantina) que promueven los comunistas y los socialistas.
Enrique de la Madrid, con los vastos conocimientos y experiencias derivados de sus cargos públicos y de sus estudios, puede llamar a la nación entera a que destierre la política de odios y rencores. Esto solo puede lograrlo alguien que, además de los conocimientos, tenga buena fe.

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La política limpia se puede lograr solo cuando se aplica aquel el principio de que «La verdad nos hará libres». La política tradicional ―en México y en todo el mundo― está basada en mentiras. Y sube más en el escalafón el político que tiene más capacidad de mentir.
No es privativo de México. Pasa entre los políticos de todo el mundo. Nadie les dice a los pueblos que la verdad los hará libres. Saben esto es tan incontrastable que ni siquiera lo pueden exponer y, mucho menos, lograr. Enrique lo puede lograr, porque es hombre de buena fe, de buenos sentimientos, padre de familia y esposo sencillo y preparado.
¿Podría Enrique de la Madrid enfrentar exitosamente el tema de la pobreza?
A los pobres hay que ayudarlos con todo, pero hay que sincerarse con ellos. Se les debe decir que la política asistencial no es eterna. Hay que pedirles que no esperen la ayuda siempre sentados; que deben hacer todo lo posible por prepararse para evitarla. Enrique de la Madrid puede llevar a cabo esa campaña por sus cualidades personales.
Hay muchas acciones a nivel nacional que solo las puede encabezar desde la presidencia un hombre que, además de la buena fe, tenga sólidos principios éticos, morales, familiares y profesionales como Enrique. Hay temas nacionales que los politiqueros mentirosos no pueden ni deben encabezar.
General, pasemos al ámbito de la imagen de México en el exterior.
Enrique sabría hacerlo muy bien a la hora de representar a México ante el mundo. Se ha preparado para representar al Estado mexicano, al gobierno mexicano, al pueblo de México.
Sobre su espalda llevaría dignamente el peso de la historia de nuestro país. Valora tanto a los mexicas como a los demás pueblos de Mesoamérica.
Representaría dignamente la historia del virreinato de la Nueva España que nos dejó un fantástico territorio de más de cinco millones de kilómetros cuadrados desde Suramérica, Centroamérica y el Caribe hasta lo que hoy constituye parte fundamental ―así te lo digo― de los actuales Estados Unidos de América. Hablo, sí, de nuestro actual territorio más del que nos robaron los estadounidenses en connivencia con los liberales históricos de México que se entregaron, traidoramente, a las directrices trazadas desde Charleston y Nueva Orleans.
Además, eran novohispanos los territorios del Vancouver canadiense y de Alaska. Y, en el Pacífico, las islas filipinas, las de Guam y las marianas, entre otras.
Un verdadero jefe de Estado mexicano debe cargar sobre sí toda esa historia trágica y real, de grandeza y de traición (desde el punto de vista de pérdida territorial y de valores); la debe cargar sin esconderla. Sin ocultarla sin tergiversarla, sin desviarla. Asumiéndola como parte de nuestra historia para que no vuelva a repetirse.
Enrique nos devolvería a los mexicanos el honor de serlo. Como presidente, que use el avión presidencial; porque el avión no es suyo. Es para quien tenga el cargo. Es para que el presidente representante con dignidad a todos los mexicanos.
El avión presidencial no es de los partidos, ni de las facciones ―rojas o de cualquier otro color―. Es para que el representante de nuestro país lo use y para que todo el mundo sepa que el pueblo de México lo compró no para presumirlo, sino como un símbolo de su dignidad, y la de su presidente.
La dignidad de un presidente ―en el desempeño de sus labores de servir a México― enaltece a todos los mexicanos. Solo a los frustrados no los representa; aludo a aquellos que nunca han hecho esfuerzos para salir de la mediocridad.
Es vergonzoso que el presidente de México se desplace en líneas de pasajeros. Eso no es democrático. A quienes piensan que sí lo es, les digo que eso nos avergüenza a millones de mexicanos.
Los mexicanos debemos ser invitados e incitados a ser mejores día a día, con esfuerzo y tenacidad personales, y a no ser conformistas con lo que tenemos o con lo que nos regalan.
Enrique de la Madrid tiene presencia. Es preparado. Tiene estudios. Habla varios idiomas. Y todo ello, aunado a su voluntad de servir, hará que sea un digno representante de todos los mexicanos. Repito: de todos los mexicanos. Lo mismo en reuniones con dignatarios extranjeros en forma bilateral o multilateral; o en reuniones en organismos internacionales.
En fin, representará dignamente a todos los mexicanos y al país en cualquier parte del mundo donde se presente. Y arribará dignamente, a bordo de un avión presidencial digno, acorde con la dignidad de la nación mexicana. Un avión digno de nuestra historia y digno del país que queremos; del que estamos construyendo a pesar de los comunistas que se encuentran en el gobierno federal.
Él puede buscar la unión de todos los mexicanos. Sin rencores, sin envidias, sin odios históricos, sin frustraciones personales, sin facciones que solo buscan el poder para disfrutarlo y para permanecer en él.
Enrique de la Madrid puede, sobre todo, hablarle con la verdad al pueblo de México; porque solo la verdad nos hará libres a todos los mexicanos.
