
Entrevista realizada por Jorge Santa Cruz
Imagen ilustrativa: Joe Nommias (Pixabay)
El ocaso de Vladímir Putin podría estar cerca. La sociedad rusa está cada vez más consciente de que ha sido engañada por su presidente, el cual protege a oligarcas y empobrece a la mayoría de la población, afirma el general de división Diplomado de Estado Mayor retirado, Roberto Badillo Martínez.
Los oligarcas ―apunta― quieren acrecentar sus fortunas en dólares, pero la economía rusa ya no da para eso; Putin la exprimió hasta el límite. Por lo tanto, esos oligarcas mantendrán a Putin en el poder mientras les sirva. Y cada vez les sirve menos.

Entrevistado en exclusiva, el general Badillo Martínez subraya, además, que Putin libra, en realidad, tres guerras: una contra Ucrania; otra, contra los terroristas de Wagner y la peor, contra sus propias tropas capturadas por los ucranianos. Tantos frentes lo debilitan.
¿General: ¿cómo ve a Putin tras la escalada que provocaron Prigozhin y los mercenarios de Wagner?
Jorge, lo primero que te digo es que Putin libra tres guerras.
La primera, es su Operación Especial en Ucrania de la que está siendo expulsado poco a poco. La segunda, su guerra contra los terroristas de Wagner. La tercera, su guerra interna (que es silenciosa, pero que ―por lo mismo― es la más grave y terrible) contra sus soldados que se rindieron ante los mercenarios de Wagner.
Puede ser el principio del fin para Putin. No lo aseguro. Pero considero viable esa posibilidad. La debacle del dictador comenzaría en el momento en que el mismo pueblo ruso apoye a los terroristas de Wagner.
Pero Prigozhin se arrepintió, al menos en apariencia.
El presunto arrepentimiento del rebelde Prigozhin no le aporta ningún mérito a Putin, quien ―al parecer― salió de Moscú mientras no se sabía aún de las negociaciones del presidente bielorruso con el rebelde.
Eso ―de que huyó del Kremlin abandonando su puesto de mando―, aunque lo quieran ocultar, se va a saber. Parece que hizo lo mismo que Stalin, el hombre de hierro, que, cuando los alemanes estaban cerca de Moscú, huyó cual vil rata hacia el este.
Todo parece indicar que el rebelde quería la destitución del ministro de Defensa y del jefe de Estado Mayor. De igual manera, que le respeten la gran fortuna que Putin le permitió hacer con transas y corruptelas, además de que devuelvan el dinero en rublos que le fue asegurado en Petrogrado ―el equivalente a cuarenta millones de dólares― que obtuvo también gracias a las corruptelas que le permitió Putin.
Como quiera que sea, Prigozhin estará al alcance de Putin si se queda en Bielorrusia. Este acto aún no termina, pero casi elimina a Putin del escenario ruso.
¿Putin pudo haber negociado con Prigozhin?
Ahora se sabe que Putin envió a Rostov ―para hablar con Prigozhin― a su viceministro de Defensa a fin de negociar su marcha. Fue humillado, pues, por el líder rebelde, quien ―repito― se ha beneficiado de la ultra corrupción que campea en Rusia.
Como tú sabes, era el intendente preferido de Putin; el que organizaba sus banquetes y pachangas. Con esa confianza, Prigozhin formó el Grupo Wagner, integrado por una masa de malvivientes y crimínales (aunque no dudo que también tenga personas desempleadas o aventureras que, de buena fe, piensen que sirven a su país creando rebeliones y atacando a gobiernos, principalmente en África). Los milicianos de Wagner actuaron en Siria apoyando a Rusia, aunque Putin nunca les dio su paternidad. En todos lados cometieron actos crimínales que no serán juzgados ni sentenciados.
Como tú sabes, Jorge, estos ejércitos integrados por criminales civiles son patrocinados por los gobiernos de ciertos países, como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, etc. Hay complicidades desde las más altas esferas gubernamentales. Esto mismo pasó con Wagner.
Ahora Putin ―a raíz de la rebelión― se desenmascaró y admitió que en el último año fiscal le fue entregado al Grupo Wagner el equivalente, en rublos, a mil millones de dólares. Este grupo puede tener un triste final para sus integrantes que creían servir a su país. En efecto, Putin quiere demostrar que todavía conserva poder, y se desquitará procesando a los participantes en la punta de la rebelión, o sea, a unos cinco mil mercenarios que llegaron a 250 kilómetros de Moscú.
Con ello, pretenderá lavar algo su imagen. Si se reintegraron esos cinco mil al resto del grupo, los encontrará, o aplicará con ellos el método de las legiones romanas que consistía en tomar al diez por ciento de una unidad militar que cometía actos indignos para matarlos sin compasión. Habrá que estar atentos. Cabe también la posibilidad de que Putin no los castigue y que utilice el discurso para engañar al pueblo diciéndole que todavía tiene el poder.
¿Considera usted que Estados Unidos estuvo al margen de esa rápida rebelión?
Ahora se sabe que ―en lo más álgido de la rebelión del grupo Wagner― un avión ruso con más de 200 pasajeros aterrizó en Washington con todos los permisos oficiales. Se desconoce en este momento qué misión llevaban los pasajeros, pero, sin duda, se sabrá más adelante.
Esto demuestra fehacientemente que los países tienen relaciones que solo ellos conocen, y que llevan a cabo acciones que ocultan a sus más cercanos aliados. Entonces, con base en todo esto, ¿crees que un soldado ruso pise como conquistador la capital de los Estados Unidos algún día hacia el mediano horizonte? ¡Nunca! De esto hablé en una de las primeras entrevistas que me hiciste.
¿Cuál es el problema real de Putin?
El problema de Putin es que, desde principios de este siglo, comenzó a recibir toneladas de dólares por sus ventas de gas y petróleo a la Unión Europea; también, inversiones de miles de millones de dólares de compañías occidentales que se asentaron en suelo ruso y que luego lo abandonaron debido a la invasión de Rusia a Ucrania.
Putin malgastó esa fortuna y benefició a los oligarcas rusos que viven fastuosamente en Gran Bretaña, Italia, Alemania y España. Es gente que posee yates valuados en tres mil millones de dólares y lujosísimas mansiones distribuidas a lo largo del Mediterráneo. Allí fueron a parar los dólares del gas y el petróleo vendido por Rusia a los países de Europa occidental.
A los oligarcas rusos se les entregaron, además, grandes compañías estatales rusas ―del petróleo, del gas y de otros materiales estratégicos―. Estos millonarios no pagaron ni un rublo por dichas empresas; lo más que hicieron fue cubrir los impuestos derivados de tales operaciones. Nada más.
¿Sabes que significa eso, Jorge? Que el pueblo ruso ya se dio cuenta del engaño, del fraude; y que sufre las consecuencias todos los días. La pobreza económica lastima, además, y de manera muy profunda, los anhelos de los rusos y eslavos de ocupar un sitio importante en el concierto de las naciones.
Recuerda, Jorge, que te lo dije en una de mis primeras entrevistas: el zar Pedro el Grande no se avergonzó de aprender de Holanda, de Prusia, de Italia… Aprendieron de los sabios de Occidente porque quieren ser grandes como los países que acabo de mencionar, y como Inglaterra o España.
A Putin, en esta ocasión, se le fue la oportunidad de integrar a Rusia a la Europa occidental y al occidente liderado por Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Insisto: poderosas compañías que se habían establecido en Rusia la abandonaron porque no estuvieron de acuerdo con que Putin invadiera Ucrania.
Y lo más más grave: Rusia fue desconectada del sistema bancario mundial que le permitía hacer operaciones bancarias y monetarias con los países que aportan el 65 % del Producto Interno Bruto mundial, y que van a la cabeza de las principales tecnologías.
Jorge, lo diré de otra manera: Putin carece ya del apoyo mayoritario del pueblo ruso que descubrió cómo ese hombre lo engañó para beneficiar a un puñado de oligarcas.
Prigozhin, quien se enriqueció ilegalmente con el apoyo de Putin ―hasta formar su propio ejército de mercenarios―, se instaló cómodamente en Bielorrusia, pues sabe que el presidente ruso no le puede hacer daño. A lo más que llegará Putin―como expusimos antes― es a ajusticiar a algunos cientos o miles de milicianos de Wagner.
Los oligarcas quieren acrecentar sus fortunas en dólares, pero la economía rusa ya no da para eso; Putin la exprimió hasta el límite. Por lo tanto, esos oligarcas mantendrán a Putin en el poder mientras les sirva. Y cada vez les sirve menos.
La invasión a Ucrania consume recursos en detrimento de la calidad de vida del pueblo ruso. Los terroristas de Prigozhin podrían presentarse como los enemigos de Putin y las represalias contra los soldados rusos que se rindieron ante las fuerzas ucranianas podrían desatar la inconformidad de millones de personas lastimadas en lo más profundo del alma.
Por otro lado, un miembro poderosísimo del grupo de los BRICS, la India, firmó hace pocos días un acuerdo en Washington para recibir alta tecnología de los Estados Unidos. Desde luego, no la más reciente para su aviación militar. Y Sudáfrica, del mismo grupo, dijo que si Putin asiste a su cumbre quizá lo tenga que detener.
China, por su lado, se mantiene quietecita después de las cinco horas de reunión de su ministro de Exteriores con el secretario de Estado, Anthony Blinken. La secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, por su parte, viajará a Pekín el 6 de julio. Fíjate que Rusia no está en el foco de las relaciones entre Estados Unidos y China.
A buen entendedor, pocas palabras.
¿Es el principio del fin para Putin?
Lo que he expuesto no quiere decir que el fin de Putin esté a la vuelta de la esquina. Recuerda que los dictadores con sus gobiernos tiránicos y antihumanos pueden sostenerse por años porque aplastan a voluntad de sus pueblos.
Putin ya está en esta etapa. Su falsa democracia (que se sostuvo hasta la invasión de Crimea ―donde comenzó su declive―) se empezó a derrumbar con su Operación Especial en Ucrania y hoy todo lo que había logrado en sus relaciones internacionales, principalmente con Occidente, ha tocado fondo.
Insisto: cientos de empresas de Occidente se han retirado de Rusia y las relaciones comerciales del Kremlin con Europa y Estados Unidos sufrirán múltiples consecuencias. La aspiración ancestral del pueblo ruso de parecerse o ser ―en su diario accionar― como el mundo occidental se ha derrumbado.
Nunca en la historia de Rusia se había llegado tan cerca en esa aspiración. Putin se hará un dictador tiránico si quiere sobrevivir al desastre ucraniano. Desgraciadamente el pueblo ruso ha vivido bajo dictaduras tiránicas durante siglos. Ojalá que en esta ocasión no le suceda lo mismo. La historia nos lo dirá.
