Cien años de un crimen de Estado y una ceremonia a modo del Presidente

Por Mario Rosales Betancourt

Imagen ilustrativa: El Siglo de Torreón

Dice muy bien mi primo hermano, Francisco Villa Betancourt:

Hoy se conmemora
el centésimo aniversario luctuoso.
¡Cien años del crimen de Estado
en contra del brazo armado de nuestra Revolución:
del General de División Francisco Villa,
mi abuelo!

Crimen perpetrado en 1923
en la ciudad de Parral, Chihuahua,
por órdenes del presidente Álvaro Obregón,
el manco de Celaya,
y de Plutarco Elías Calles.

El presidente López Obrador con la fundadora del movimiento argentino Abuelas de Plaza de Mayo. Estela de Carlotto. Foto: Andrés Manuel López Obrador

En las mañaneras, detrás del presidente López Obrador, se ve la imagen de Villa señalando que este es el año de Francisco Villa. Y hoy se llevó a cabo, en Durango, en la antigua hacienda de La Coyotada ―donde nació― la ceremonia oficial del centésimo aniversario luctuoso del general Villa.

Él fue mandado asesinar cuando ―ya alejado de los campos de batalla y de cualquier mando militar o poder civil― en la hacienda de Canutillo, donde realizaba una gran y muy benéfica labor productiva, social y educativa. Lo mataron por el único pecado de pensar y declarar que él consideraba que la mejor persona para suceder al entonces presidente Álvaro Obregón era Adolfo de la Huerta, y no quien era la corcholata presidencial de entonces: Plutarco Elías Calles.

Fue un crimen de Estado, de índole política, ordenado y ejecutado porque Villa pensaba y opinaba de manera distinta a un presidente que pretendía la continuidad de su gobierno, dejando a alguien que pudiera seguir sus pasos. Y que, después de concluido su periodo, le facilitara la reelección.

El presidente López Obrador ―que exige que el rey de España ofrezca disculpas a México por la Conquista― bien podría ofrecer, a nombre del Estado mexicano, una disculpa a la familia de Francisco Villa por el crimen ordenado por quien fue su antecesor en la Presidencia de la República: Álvaro Obregón.

El presidente López Obrador encabeza el homenaje luctuoso a Francisco Villa.
Foto: Gobierno de México

Pero en lugar de eso, optó por no invitar a la familia del general Villa a la ceremonia que encabezó con motivo de los 100 años de su asesinato.

La hermana de mí mamá, mi estimada tía Magdalena (RIP) se casó con un hijo de Francisco Villa, mi tío Hipólito Villa Rentería, por lo que mis primos hermanos son nietos de Pancho Villa. Con ellos conviví mucho. También traté mucho a quien yo llamaba “abuelita Betita”, quien fue la esposa de Villa, a la que iba a visitar en Parral cuando lo asesinaron a mansalva. Incluso de niño fui a varias ceremonias en honor del general Villa, acompañando a mis primos.

Ante esa descortesía ―la de no invitar a la ceremonia encabezada por el presidente a los familiares de Villa― mi primo Francisco agregó:

Hoy es una fecha
que nunca festejaré.

¡Que la festejen otros
que desean el reflector y el oropel!

Que la festejen quienes
no tienen conciencia social
ni compromiso de sangre.

Los que son indiferentes
a lo que representa
quitarle la vida a un gran ser
de luz cegadora,
de ideales representativos
de sus hermanos de raza,
como él les decía.

En fin,
descansa en paz
Doroteo Arango Arámbula.
¡¡¡Descansa en paz,
Centauro del Norte!!!

Otros descendientes de Villa, sin invitación, se presentaron a la ceremonia e increparon al presidente. Así, Francisco Villa Campa gritó al presidente y a los invitados presentes: «Yo me pregunto: ¿un festejo sin la familia de Pancho Villa? Un festejo sin el pueblo de México no es festejo. Desde aquí levanto mi voz. El pueblo debe ir unido y juntos caminar para poder crecer como Nación”.

La lucha de facciones revolucionarias es el trágico ejemplo del mal que ha ocasionado el dividirnos.

La muerte de Villa, su asesinato, ocurrió cuando ―pacíficamente― luchaba por hacer realidad los postulados de la revolución; en una comunidad, fomentaba la salud, la educación, la productividad y la justicia social. Fue un evento trágico en nuestra historia. Si bien Villa comandó la División del Norte, hoy se requiere de un gobierno de suma de esfuerzos, de multiplicación de resultados, de unidad, para hacer realidad los propósitos por los que Villa luchó (primero con las armas y luego, pacíficamente).

La paradoja fue que quien sobrevivió a las batallas y a la expedición punitiva de los norteamericanos, sucumbió ―ya pacífico― ante la traición criminal ordenada por un presidente, no dispuesto a dejar el poder…

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.