En la guerra por los libros de texto, todos perdemos

Sobre todo, el futuro de la Nación

Por Mario Rosales Betancourt

Imagen: Gobierno de México

Si algo debiese de unirnos a todos los mexicanos, es el deseo y la acción por una mejor educación para nuestros hijos y nuestros nietos. Sabemos que la buena educación sería la solución a todos nuestros problemas y que la mala, significa estancamiento y hasta retroceso.

Los ya viejos hemos visto y vivido una gran y positiva movilidad social gracias a la educación. Esta ha permitido que hijos de quienes vivían en la pobreza ―aun en la extrema― vivan ahora en condiciones dignas, siendo productivos y útiles a la sociedad; así (en mis 47 años de profesor universitario) he visto cómo hijas o hijos de campesinos, obreros, madres solteras, etcétera, que vivían en precarias condiciones, se convirtieron, por sus estudios, en exitosas o exitosos profesionales.

Las empresas, el estado, los grupos sociales, los individuos, requieren de personas con estudios, que los apoyen.

El tema de los libros de texto, López Obrador lo debió conocer, cuando nuestro común maestro, el tabasqueño Enrique González Pedrero, fue director de la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito en el gobierno de José López Portillo, época en que se convirtió en organismo descentralizado, y salieron libros de alta calidad académica y aceptación general.

Ciertamente una educación que sólo se basa en desarrollar la memoria, en fomentar la competencia y tener como fin único crear mano de obra para el trabajo, tiene que revisarse para lograr un verdadero desarrollo integral de las personas, como lo establece el artículo tercero constitucional.

El problema es que el gobierno actual no respetó las leyes y normas creadas por este mismo gobierno. No se observa lo establecido en el propio artículo tercero constitucional; por ejemplo, que debe ser democrática. Tampoco, lo estipulado en los tratados internacionales, en materia de derechos humanos; pero nuevamente por hacer las cosas con prisa, no se hicieron bien.

Para empezar, hay que señalar que la educación es un tema de Estado, no de gobierno; y en el Estado entra toda la población, por lo que se debió consultar y buscar consensos y no imponer autoritariamente estos libros.

En lugar de haber hecho los planes de estudio y los libros de texto acordes a esos planes, escuchando con amplitud y tiempo a maestros, padres de familia, expertos y población en general, éstos fueron elaborados en secreto y con total falta de transparencia. El secreto duró 5 años.

No se inició, como se tenía que hacer, con un programa piloto, sino se pretende imponerlos de golpe en unos días, para que se empiecen a utilizar el 28 de este mes (aunque ya en Oaxaca y en Guanajuato decidieron que no los utilizarán).

Así un tema que debería ser de técnicos y especialistas, y buscando el mayor consenso posible, se convirtió en un tema político e ideológico; agravado por estar ya en pleno proceso electoral adelantado.

Además de ser un tema político, que fomenta y agrava el divisionismo, se ha judicializado, pues ya están metidos los jueces, Con ello se agrava el muy dañino conflicto entre el poder ejecutivo y el judicial.

¿Qué va a pasar? Sin duda se impondrá el gobierno de la 4T. En consecuencia, los planes de estudio y los libros de texto gratuito serán formalmente obligatorios. Por lógica, seguirán las críticas, se les encontrarán más defectos y, con ello, serán más y más fuertes los ataques entre defensores de la 4T y sus opositores, por este tema.

Pero en la práctica, los profesores, por desacuerdo o por desconocimiento, darán lo que puedan y lo que quieran, con lo cual los libros ―que no son gratuitos, sino nos cuestan a todos― serán un costo inútil.

De por sí, en los servicios que prestan el gobierno y los particulares, como los servicios de salud, hay una gran diferencia en la calidad. Cuando estos servicios dependen del gobierno son muy deficientes. En educación, esto es más grave porque marca diferencias de por vida.

En las escuelas privadas se tendrán maestros mejor capacitados, que emplearán otros textos, y sobre todo ―en esta época de Internet, chat GPT, etcétera― utilizarán medios electrónicos, como tablets y laptots, en lugar de los libros de texto gubernamentales.

Así se verá una diferencia en su formación, entre alumnos de escuelas públicas ―limitados a los libros de texto gubernamentales― y los que estudien en escuelas privadas, que en la práctica no utilizarán los libros de texto del gobierno, y con ello saldrán con mayores conocimientos y aptitudes.

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