
Por Jorge Esqueda
Imagen ilustrativa: @samuel_garcias
Samuel García se había convertido en la única vía para la participación electoral de una parte de los jóvenes mexicanos, según muchas opiniones, pues los jóvenes como otros mexicanos de edades mayores, muestran insatisfacción con los partidos y políticos actuales. ¿Y tras su renuncia a la carrera presidencial, qué Samuel?
El de nuevo gobernador de Nuevo León ha enseñado con esa renuncia como las prácticas que él y su partido Movimiento Ciudadano llaman vieja política, están vigentes y que la denominada clase política, carece de imaginación para crear otra forma de hacer política.
Pero ¿de quienes estamos hablando? De acuerdo a los criterios de Naciones Unidas, la juventud va de los 15 años de edad a los 24. En México un universo de 15.2 millones de ciudadanos con credencial de elector y por lo tanto en la Lista Nominal de Electores que estará en las casillas el próximo dos de junio, de acuerdo al Instituto Nacional Electoral (INE) en su corte al pasado 30 de noviembre.
Por su parte el Instituto Mexicano de la Juventud (INJUVE), de acuerdo al sitio electrónico del Gobierno de México, amplía la juventud desde los 12 y hasta los 29 años, es decir, considerando a la citada Lista, 11 millones de ciudadanos más, para el total de 26 millones de jóvenes.
No toda esa población joven, desde luego, podría haber tenido a la opción Fosfo Fosfo como la favorita para votar por la Presidencia, pero sí aquellos que viven en zonas urbanas, tienen al menos secundaria, son asiduos a las redes sociales y tienen los equipos necesarios ¿la mitad, quizá?
En la pasada elección presidencial de 2018, la abstención de este grupo de edad fue en un cálculo aritmético simple de los datos que ofrece el INE en su Estudio muestral de la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018, de casi 42 por ciento hasta los 24 años de edad, y de 43 por ciento si lo ampliamos a 29 años (https://cutt.ly/uwAmzL6s).
Es decir, de quienes sí votaron y llevando esa estimación al próximo junio, hablamos de 2.8 millones de votos jóvenes de acuerdo al criterio de los 24 y de 7.41 millones al ampliarlo a los 29 años.
De casi tres millones a poco más de siete millones de jóvenes pueden haberse quedado sin opción electoral para el próximo dos de junio, gracias a la política Fosfo Fosfo que quería sustituir a la vieja política, lo cual es muy grave de por sí, pues entre los electores de 19 a 34 años de edad es donde menos se votó en 2018, de acuerdo a ese mismo estudio.
Y si el problema de abstencionismo es grave, lo es más que persista esa vieja política que en realidad goza de gran vitalidad y es en la que fueron educados y la que ejercen todos los políticos en México, incluido por supuesto Movimiento Ciudadano.
Sí, la vieja política se basa en mentir, como lo hizo García al jurar que no dejaría la gubernatura sino hasta el final de su mandato y luego violó esa promesa.
Otra de las características más cuestionables de esa vieja política afloró de nueva cuenta en el caso Nuevo León: el autoritarismo.
García quiso dejar como gobernador interino a quien él consideraba más conveniente, sin importarle atropellar las atribuciones que la Constitución nuevoleonesa da a su Congreso para elegir al gobernador sustituto.
Y en la imposición de su gusto no solo atropelló las facultades de la Constitución local, sino la capacidad de negociar, característica definitoria de otra de las modalidades posibles de la política, pero que en estos tiempos, ha caído en el olvido.
Esa otra modalidad de la política pasa por negociar para lograr lo que se quiere obtener, es decir, renunciar a una parte, dar algo a cambio. Tiene una modalidad perversa, la llamada concertacesión, donde en aras de conseguir lo que se quiere, se negocia más allá de los límites aconsejables y, por lo mismo, si la negociación requiere de discreción, esta modalidad perversa cae en el secretismo vergonzante.
El autoritarismo en esta época mexicana atropella las reglas escritas y no escritas para imponer la voluntad propia cueste lo que cueste, incluye culpar al rival por no dejarse atropellar, desde luego mentir torciendo la realidad, y usa los medios tradicionales como la televisión y también las redes sociales.
Samuel García y Movimiento Ciudadano ejemplificaron la actual modalidad de hacer política en México, esa que no parece gustar a los mexicanos jóvenes, aunque se necesitan estudios a profundidad para conocer con precisión qué es lo que rechazan. Estaban siendo convencidos por otro tipo de política que se decía diferente y que al final resultó peor.
Esta modalidad dominante tiene otra faceta que también vemos a diario: la de convertir a la política en espectáculo y show, que en el caso de García se transmite por las redes sociales, y al parecer tendrá continuidad en la búsqueda de la alcaldía de Monterrey.
Así está hoy la política en México.
