¡Aguafiestas!

Las insulsas promesas electorales esconden que unos y otros son responsables del hundimiento de México

Por Jorge Santa Cruz

Imagen ilustrativa: Perfil de Claudia Sheinbaum en Facebook

Estimados lectores: Andrés Manuel López Obrador llegó al poder debido al hartazgo social ocasionado por el PRI, el PAN y el PRD.

Hoy, estos tres partidos ofrecen rescatar a la sociedad del abismo que hizo más profunda la dictadura en ciernes de AMLO (lo cual resulta lógico, pues Morena está constituido por expriistas, expanistas y experredistas, además de antiguos militantes del socialismo y el comunismo «mexicanos»).

PRI, PAN, PRD y Morena (junto con los partidos satélites) despliegan en los estertores de la «precampaña» la estrategia de sobra conocida de alimentar las ilusiones del electorado. Todos ofrecen el cambio y mejorar la calidad de vida de la población.

Todos utilizan la psicología del color, manejan los estados de ánimo, presentan información parcializada (para presentar lo que les conviene y ocultar lo que les compromete), difunden tonadas insulsas; los aspirantes a un puesto de elección popular, por su parte, se enmascaran detrás de los diminutivos y gastan una fortuna en propaganda colocada en bardas y carteleras espectaculares.

Por ejemplo, la precandidata de Morena al gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, distribuye calendarios del 2024 elaborados en cartón policromo de buena calidad (de 29 centímetros de base por 37.5 de altura).

Por si fuera poco, el Instituto Nacional Electoral, como antes el Instituto Federal Electoral, saturará a la gente con 52 millones de anuncios propagandísticos de coaliciones y candidatos en los medios electrónicos de comunicación.

Estoy consciente de que habrá lectores que me califiquen de «¡aguafiestas!»; están en su derecho. De manera respetuosa, les digo que lo prefiero a ser cómplice de otro engaño del sistema.

Si gana Morena, tendremos más de lo mismo. Si gana la oposición, también. Unos y otros están preocupados por mantener o acrecentar sus cuotas de poder.

Los que nos empujaron al abismo dicen que nos rescatarán. Y los que terminaron de hundirnos, prometen -se vale temblar- construir el «segundo piso» de la Cuarta Transformación.

Unos y otros, con honrosas excepciones, son unos manipuladores y vividores que capitalizan el desinterés, la ingenuidad, la pasividad, la credulidad y la complicidad de un amplio sector de ciudadanos acríticos.

Sin embargo, usted que nos lee amablemente tiene la última palabra. Y se vale que sea «¡aguafiestas!».

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