Los opositores creían que con demostrar hechos y acciones que claramente debilitan y hasta anulan libertades, estado de Derecho, división de poderes, contrapesos e instituciones democráticas era suficiente; que con mostrar la criminalidad creciente y los fracasos gubernamentales en materia de seguridad, les bastaría

Por Mario Rosales Betancourt
Imagen ilustrativa: Facebook
En lo personal, no me sorprendieron los resultados. El voto no fue resultado de un saber, sino de un creer: y por ello lo obvio era que ganar quien logró la mejor narrativa, quien supo usar un gran aparato de propaganda para obtener popularidad. Así, los sentimientos y no los hechos, junto con el poder de usar los programas sociales como actos de generosidad gubernamental, lograron el triunfo que ya preveían las encuestas .
Otros factores del éxito fueron los aspectos económicos como el super peso, la creciente inversión extranjera y el no incremento de impuestos; la baja tasa de desempleo absoluto , el incremento a los salarios mínimos y el mayor comercio exterior, principalmente con Estados Unidos. A todo lo anterior hay que agregar el manejo de las tasas de interés por parte del Banco de México (al que si se le ha respetado su autonomía). O sea: hay una política económica evidentemente neoliberal, pero que ha sido exitosa en la macroeconomía.
Esa estabilidad da el control sobre los grupos sociales más combativos y sobre el ejército. También, sobre la cargada y y el oportunismo de políticos (principalmente de priistas), así como de organizaciones sociales, sindicales y políticas.
Los opositores creían que con demostrar hechos y acciones que claramente debilitan y hasta anulan libertades, estado de Derecho, división de poderes, contrapesos e instituciones democráticas era suficiente; que con mostrar la criminalidad creciente y los fracasos gubernamentales en materia de seguridad, les bastaría.
Pero no. Estás elecciones muestran que si las creencias se enfrentan con los hechos, peor para los hechos.
