México, desde el punto de vista de la producción agropecuaria, es un gigante mundial. Uno de los diez más importantes a planetario. Así que salir con la cantaleta de la soberanía alimentaria es una vacilada de comunistas, socialistas y revolucionarios

Por el Gral. de División DEM retirado, Roberto Badillo Martínez
Imagen ilustrativa: FAO
En esta oportunidad me referiré a una soberanía que pregonan los gobiernos falsamente nacionalistas y también los socialistas con el fin de quedar bien con los pueblos, pero que son francamente demagógicas.
El recién nombrado secretario de Agricultura, Francisco Berdegué, comunista de origen sinaloense, lo primero que dijo es que a se buscará la soberanía alimentaria. (Digo comunista porque es hijo de un refugiado español derrotado por Franco. Y aplico la lógica: hijo de comunista es comunista e incluso más radical que sus padres).
Resulta paradójico que a Berdegué ─según su currículum─ no le gusten mucho las universidades mexicanas. Tiene estudios más bien en universidades estadounidenses. Además, de presencia en organismos internacionales o estadounidenses.
El caso es que sus primeras palabras fueron sobre la soberanía alimentaria de los mexicanos. Veamos si se aplican en el mundo. Luxemburgo, el país con el producto interno bruto más rico del planeta, no tiene soberanía alimentaria. China y la India, países que tienen más de mil 400 millones de habitantes cada uno, tampoco.
Es el mismo caso de Estados Unidos, que es el país más rico del mundo, y el de Rusia, que es el más extenso. Brasil y Argentina son importantes productores latinoamericanos de alimentos y tampoco tienen soberanía alimentaria.
En Cuba, cuando los comunistas llegaron al poder en enero de 1959, criticaron a Batista porque el país dependiera de un solo cultivo: el azúcar. Se propusieron entonces diversificar el campo y se llenaron la boca con discursos triunfalistas en ese sentido. Pero ¿qué pasó? Que acabaron con la producción de azúcar y Cuba es hoy un país en el que la mayoría de la población sufre de hambre.
Doy solamente una referencia más: el año pasado, México le compró a Estados Unidos más de cinco millones de toneladas de maíz, que es uno de los productos esenciales de la alimentación mexicana.
México, todavía en el sexenio de Peña Nieto, formaba parte de una mesa muy exclusiva por la calidad de sus productos alimenticios, tanto para consumo interno como externo. Los otros integrantes de ese grupo eran Estados Unidos, Suiza y Portugal.
En el presente sexenio hubo una queja de Canadá por la falta de inocuidad de unos melones procedentes de México que provocaron problemas de salud a consumidores canadienses. Por esta razón, nuestro país fue excluido de la selecta mesa de países productores de alimentos de alta calidad.
Como se puede ver, la cacareada soberanía alimentaria de gobiernos comunistas y revolucionarios e izquierdistas es pura palabrería para la tribuna popular. La soberanía alimentaria es un mito de gobiernos mentirosos y dicharacheros.
La producción nacional de alimentos debe buscarse favoreciendo la producción de todo tipo de alimentos, es decir, dejando que los productores hagan su trabajo en sus respectivas regiones para producir lo máximo que puedan.
Cuando Cárdenas le copió a Stalin la colectivización del campo destruyó la producción agrícola mexicana. Quitó la tierra a quienes la hacían producir y creó ejidos improductivos. La maniobra hundió la economía de México, pero le redituó un férreo control sobre millones de campesinos.
Centenares de miles de campesinos salieron (expulsados) a Estados Unidos en las condiciones más miserables e inhumanas, y eso está plenamente documentado en ambas naciones. Se trata de un episodio que, sin embargo, se esconde o se calla, al clásico estilo de los gobiernos socialistas o comunistas.
Tal injusticia concluyó con el gobierno de Salinas de Gortari, quien propició ─con reglas bien establecidas─ el paso de los ejidos a la propiedad privada. En consecuencia, la producción agrícola mexicana comenzó a subir, al grado de que este año la exportación de todo tipo de alimentos mexicano ronda los 50 mil millones de dólares.
México, desde el punto de vista de la producción agropecuaria, es un gigante mundial. Uno de los diez más importantes a planetario. Así que salir con la cantaleta de la soberanía alimentaria es una vacilada de comunistas, socialistas y revolucionarios.
Em los tiempos de Echeverría, la soberanía alimentaria estuvo muy de moda. Su gobierno expropió miles de hectáreas productivas, principalmente en Sonora. Recuérdese el famoso Pacto de Ocampo, con un líder, Augusto Gómez Villanueva, ignorante, rojo y populachero. La política agraria fue uno de los grandes errores de Luis Echeverría, quien, afortunadamente, tuvo muchísimos aciertos.
Que el secretario de Agricultura del próximo sexenio, Francisco Berdegué, nos salga ahora con el cuento de la soberanía alimentaria es, pues, simple demagogia. Podemos decirle que ese cuento ya lo sabemos, y que su fracaso está asegurado. Él llegará, fracasará y se irá; pero México sufrirá las consecuencias.
En mi siguiente entrega abordaré otra soberanía que encandila a los gobiernos de izquierda: la soberanía energética.
