El presidente López Obrador los quiere ignorantes, pero sometidos a él; al Ejecutivo le tiene sin cuidado, por ejemplo, que desaparezca de facto la presunción de inocencia

Por Mario Rosales Betancourt
Imagen: Especial
La reforma propuesta dará cómo resultado que la Suprema Corte de Justicia de la Nación quede integrada por ministras y ministros como Lenia Batres Guadarrama, hermana de Martí, y autoproclamada cómo la «ministra del pueblo».
Elegida por el pueblo, encarnado en el presidente López Obrador, solo repite sus ideas, justifica sus rencores, apoya sus ocurrencias, de quien la puso en su cargo; y así se aleja de su promesa de cumplir y hacer cumplir la Constitución, Incluso se ha convertido en la enemiga en casa que busca el divisionismo y la destrucción.
Son ciertas muchas de las críticas a los otros ministros de la Corte, pero la ministra Batres suma a su total parcialidad a favor del gobierno, su ignorancia en materia jurídica.
Ella misma al contestar ─más bien, no poder contestar─ una pregunta en una conferencia organizada por Morena , respondió «No soy una experta en Derecho …».
Ha dicho cosas como que por encima los conocimientos jurídicos está «La indignación social», y que no se puede condenar a una persona con el argumento de que «el ministerio público no integró bien la averiguación previa». Para empezar, ya no existe la averiguación previa, ahora es carpeta de investigación. Pero lo grave es que con su criterio se terminará la presunción de inocencia y se podrá castigar a inocentes y, particularmente, a adversarios del gobierno.
Basta ver el canal judicial para ver el vergonzoso papel de la ministra Batres, que se confunde, no encuentra lo que tiene que leer y no puede improvisar, etcétera.
Pero en lo que destaca, es en su idea coincidente con la de AMLO. de que todo el poder judicial está podrido, y que por lo mismo y de inmediato, deben ser electos todos los ministros, magistrados y jueces, oponiéndose incluso a la idea de la también ministra lopezobradorista, pero que sí sabe de Derecho, Loretta Ortiz, que propone con sensatez, que esto se haga gradualmente.
La misma ministra Batres acepta que el voto popular no garantiza que lleguen los mejores abogados, solo que tengan mayor corresponsabilidad social, lo que significa que sean afines al poder ejecutivo.
Los actuales ministros de la Corte y los que estuvieron antes como Zaldívar o Sánchez Cordero ─ahora incondicionales de la 4T─ tienen y tuvieron privilegios excesivos; tienen y tuvieron desaciertos y malas decisiones. Pero sería peor una Suprema Corte incondicional al ejecutivo, con puros ministros del pueblo como Lenia Batres, que siempre fallarán en favor del gobierno, aunque este viole derechos humanos, pretenda pagos ilegales, etcétera.
Realizar una reforma judicial es justo y necesario. Cambiar el inútil Consejo de la Judicatura por un Tribunal disciplinario y un órgano administrativo está bien; incluso la elección popular de los ministros de la Corte ─con ciertas condiciones y gradualmente─ tal vez podría ser. Pero la elección de todos los ministros y jueces ─al mismo tiempo─ sería caótico y contraproducente, y un desaliento para quienes, por mucho tiempo, con mucho esfuerzo y honestamente─ trabajan en el poder judicial.
Por ello, a estos cargos de juez y magistrado se debe llegar solo por una adecuada, transparente y controlada carrera judicial.
