Bergoglio acelera el establecimiento de la religión mundial

Francisco dijo que la Mezquita Istiqlal, de Yakarta, es “una gran casa para la humanidad” en la que se puede “buscar el encuentro con lo divino”

Por Jorge Santa Cruz

Imagen ilustrativa: El Vaticano

Francisco colocó simbólicamente un barrote más en lo que será la cárcel de la religión mundial que construyen las élites globalistas anticristianas.

Lo hizo durante la visita que hizo el pasado jueves 5 de septiembre a la Mezquita Istiqlal, de Yakarta, que es la mayor de Indonesia.

Allí pronunció un discurso inflamado de mundialismo y vacío de doctrina católica.

Resumamos los conceptos más importantes e interpretémoslos a la luz de la fe verdaderamente católica.

Francisco dijo que la Mezquita Istiqlal, de Yakarta, es “una gran casa para la humanidad” en la que se puede “buscar el encuentro con lo divino”.

Desde esa perspectiva, entonces, el lugar de culto de cualquier religión es adecuado para buscar el encuentro con la divinidad. Por ende, los templos católicos están al mismo nivel de las mezquitas, las sinagogas, las logias masónicas, las “salas del reino”, etcétera.

Agregó que la tanto la Mezquita Istiqlal como los demás lugares de culto, “son espacios de diálogo, de respeto recíproco, de convivencia armoniosa entre las religiones y las diferentes sensibilidades espirituales”.

El culto, sin embargo, es un acto de adoración que se debe dar al único y verdadero Dios, que es uno y trino (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo). Es válido dialogar cuando se tiene el propósito de difundir la verdad del Evangelio entre los idólatras para que se den cuenta de su error y se conviertan al cristianismo.

Sin embargo, cualquier otro tipo de diálogo ─que implique apostasía (negación de la propia fe) o idolatría (adoración a falsos dioses)─ es ilícito desde el punto de vista de la moral verdaderamente católica.

Francisco habla de que todos los lugares de culto constituyen espacios donde las personas pueden buscar un encuentro con lo divino. Calla, sin embargo, que el alma humana está llamada a encontrar a su Creador.

En ese sentido, se puede afirmar con toda certeza ─el que quiera ver, que vea; y el que quiera oír, que escuche─ que solo hay un Dios verdadero. Y que la Verdad está en Jesucristo (segunda persona de la Santísima Trinidad) y en su verdadera Iglesia, que es santa, católica y apostólica.

Por lo tanto:

  1. El diálogo no significa transigir con la mentira. Si el diálogo compromete la salvación del alma, se debe cancelar.
  2. Nuestro Señor Jesucristo es el Camino, La Verdad y la Vida. Y nadie va al Padre, sino por Él (Jn 14-6).
  3. Todo católico sincero, por lo tanto, debe sostener la verdad del Evangelio, aunque se disgusten sus interlocutores de otras religiones.
  4. La salvación del alma está por encima “de la convivencia armoniosa entre las religiones y las diferentes sensibilidades espirituales”.

En su alocución, Francisco hizo mucho énfasis en que la Mezquita Istiqlal está conectada por medio de un túnel con la Catedral de Santa María de la Asunción. Lo dijo con estas palabras:

Se trata de un signo elocuente, que permite que estos dos grandes lugares de culto estén no sólo “uno frente al otro”, sino también “comunicados” entre sí. En efecto, este pasaje permite un encuentro, un diálogo, una posibilidad real de «descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos […], de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 87). Los animo a continuar por este camino: que todos, todos juntos, cultivando cada uno la propia espiritualidad y practicando la propia religión, podamos caminar en la búsqueda de Dios y contribuir a construir sociedades abiertas, cimentadas en el respeto recíproco y en el amor mutuo, capaces de aislar las rigideces, los fundamentalismos y los extremismos, que son siempre peligrosos y nunca justificables.

De lo anterior, se desprenden los siguientes razonamientos:

  • Para Francisco es natural que el islam y el catolicismo estén conectados entre sí, incluso de manera «subterránea», como se dispone en el plan de la religión mundial del NOM.
  • Esa experiencia subterránea (casi secreta, como la de la masonería), pueda convertirse en una “verdadera experiencia de fraternidad”.
  • También, en una “caravana solidaria” y en “una santa peregrinación” en la que la palabra de Cristo sea puesta al mismo nivel que la de Yahvé, Mahoma, Zoroastro, Buda o Confucio.
  • Francisco invita a que todos juntos “cultivando cada uno la propia espiritualidad y practicando la propia religión, podamos caminar en la búsqueda de Dios y contribuir a construir sociedades abiertas, cimentadas en el respeto recíproco y en el amor mutuo, capaces de aislar las rigideces, los fundamentalismos y los extremismos, que son siempre peligrosos y nunca justificables”.

Desde la perspectiva de Francisco, cualquier religión salva el alma y conduce a Dios. Esta es una grave mentira que puede ocasionar la condenación de infinidad de almas. Expliquemos por qué:

  1. La única religión verdadera es la cristiana, pues fue fundada por el propio Jesucristo.
  2. La única Iglesia verdadera es la católica, hoy aprisionada por el modernismo.
    Recordemos que Nuestro Señor dijo a Simón Pedro lo siguiente: “… Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella: lo que atares sobre la tierra, estará atado en los cielos; lo que desatares sobre la tierra, estará desatado en los cielos” (Mt XVI, 18-20).
  3. Francisco es, pues, un embaucador. Nuestro Señor dijo: “No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial” (Mt. VII-21).
  4. Francisco aboga por construir sociedades abiertas (como las de George Soros); Nuestro Señor no nos pide sociedades abiertas, sino sociedades cristianas en las que sus integrantes cumplan la voluntad del Padre celestial como Él mismo lo hizo.
    Retomemos el Evangelio según San Mateo:  “Así pues todo el que oye estas palabras Mías, y las pone en práctica,  se asemeja a un varón sensato que ha edificado su casa sobre la roca: Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, pero ella no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Y todo el que oye estas palabras Mías y no las pone en práctica, se asemejará a un varón insensato que ha edificado su casa sobre la arena: Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, y cayó, y su ruina fue grande” (Mt VII, 24-27).
  5. Francisco aboga por los respetos humanos en la relación con los representantes de las otras religiones; en cambio, sin nombrarlos, califica de rígidos, fundamentalistas y extremistas a los defensores de la verdadera religión y de la verdadera Iglesia. (Al clero y a la feligresía que sigue el Misal Romano codificado por el Papa San Pío V en 1570).
    Se puede decir, con razón, que existen otros extremistas, como los talibán afganos y los fundamentalistas de Al-Qaeda y el Estado Islámico; se sabe, sin embargo, que están al servicio del NOM).

Transcribiremos in extenso la parte medular del citado discurso de Francisco por todo lo que significa:

En esta perspectiva, simbolizada por el túnel subterráneo, quisiera dejarles dos consignas, para impulsar el camino de la unidad y de la armonía que ya han iniciado.

La primera es ver siempre en profundidad, porque solamente así se puede encontrar lo que une, más allá de las diferencias. En efecto, mientras en la superficie se encuentran las áreas de la mezquita y de la catedral, bien delimitadas y frecuentadas por sus respectivos feligreses, bajo la tierra, a lo largo del túnel, esas mismas personas diferentes se encuentran y pueden acceder al mundo religioso de los otros. Esta imagen nos recuerda algo importante: que los aspectos visibles de las religiones ―los ritos, las prácticas, etc.― son un patrimonio tradicional que hay que proteger y respetar; pero lo que está “debajo”, lo que corre bajo tierra, como el “túnel de la amistad”, podríamos decir la raíz común de todas las sensibilidades religiosas es una sola: la búsqueda del encuentro con lo divino, la sed de infinito que el Altísimo ha puesto en nuestro corazón, la búsqueda de una alegría más grande y de una vida más fuerte que la muerte, que anima el viaje de nuestras vidas y nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios. Recordemos esto: mirando en profundidad, percibiendo lo que fluye en lo más íntimo de nuestra vida, el deseo de plenitud que vive en lo más profundo de nuestro corazón, descubrimos que todos somos hermanos, todos peregrinos, todos en camino hacia Dios, más allá de lo que nos diferencia.

La segunda invitación es cuidar las relaciones. El túnel fue construido de una parte a la otra para crear una conexión entre dos lugares diferentes y alejados. Esto es lo que hace el pasaje subterráneo: conecta, crea un enlace. A veces pensamos que el encuentro entre las religiones se trate de una cuestión que tiene que ver sólo con buscar, a toda costa, puntos en común entre las diferentes doctrinas y confesiones religiosas. En realidad, puede pasar que un planteamiento de ese tipo termine por dividirnos, porque las doctrinas y los dogmas de cada experiencia religiosa son diferentes. Lo que realmente nos acerca es crear una conexión entre nuestras diferencias, ocuparnos de cultivar lazos de amistad, de atención, de reciprocidad. Son relaciones en las que cada uno se abre al otro, en los que nos comprometemos a buscar juntos la verdad, aprendiendo de la tradición religiosa del otro; ayudándonos en las necesidades humanas y espirituales. Son vínculos que nos permiten trabajar juntos, caminar unidos en la consecución de algún objetivo, en la defensa de la dignidad del hombre, en la lucha contra la pobreza, en la promoción de la paz. La unidad nace de los vínculos personales de amistad, del respeto recíproco, de la defensa mutua de los espacios y las ideas ajenas. Ojalá que puedan siempre cuidar de ello.

Infructuosa palabrería de Francisco. Exhorta a «buscar juntos la verdad, aprendiendo de la tradición religiosa del otro», cuando Nuestro Señor Jesucristo se encarnó de María Santísima y murió en la Cruz para redimirnos a los pecadores. El pasaje de la vocación de San Mateo es explícito y elocuente:

Pasando de allí, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en la recaudación de los tributos, y le dijo: «Sígueme». Y él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en la casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron a reclinarse con Jesús y sus discípulos. Viendo lo cual, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué vuestro maestro come con los publicanos y los pecadores?». él los oyó y dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprenden lo que significa: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’. Porque no he venido a llamar justos, sino pecadores».

Francisco despreció las enseñanzas de quien debiera ser su Maestro; y prefirió hablar de las conexiones subterráneas entre las religiones en vez de instruir a unos y otros sobre el significado de la asunción de la Santísima Virgen María a los Cielos.

(El evento culminante de la visita de Francisco a la mencionada mezquita fue la firma de la Declaración de Istiqlal, en la que Francisco y el Gran Imán Nasaruddin Umar, proponen que el diálogo interreligioso sirva para resolver todos los conflictos locales, regionales e internacionales, sobre todo los que son ocasionados por los abusos religiosos. En cuanto al medio ambiente, ambos denuncian que el hombre abusa de la creación, a la que definieron como «la casa común», y llamaron a las personas de buena voluntad a que actúen con decisión para preservar la integridad del ecosistema).

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