Cuestiona la veracidad de un video, pero soslaya la magnitud del problema del fentanilo en México

Por Jorge Santa Cruz (*)
Imagen ilustrativa: Senado de la República
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, se enfrascó en un debate con el diario The New York Times luego de que este difundiera un reportaje el 29 de diciembre pasado sobre la producción de fentanilo en una «cocina» del Cártel de Sinaloa.
No le rebate a otro jefe de Estado o de gobierno. No. Se metió con un periódico. Muy importante, pero solo eso: un medio de información. Y lo ha hecho con argumentos débiles, por no decir sospechosos.
El reportaje, lo reiteramos, apareció el 29 de diciembre. Un día después, en su conferencia «mañanera del pueblo», Sheinbaum Pardo dijo que ese material carece de credibilidad por la forma en que fue presentado y que lo demostraría científicamente.
Entonces, como lo hemos dicho: nosotros estamos haciendo nuestro trabajo y lo vamos a seguir haciendo, y la Estrategia de Seguridad va a dar resultados.
Y también, el 7 presentamos la nueva campaña en contra del consumo de fentanilo y de las drogas, en general, porque no queremos que las y los jóvenes se acerquen a las drogas y menos al fentanilo.
En México no existe, afortunadamente, el problema de consumo de fentanilo.
El otro día lo dije aquí, lo comenté en un evento que tuvimos: en la llamada que tuvimos al presidente Trump, la segunda llamada, él me preguntó si “¿teníamos un México un problema de consumo de fentanilo como lo hay en Estados Unidos?”, y le dije que “no”; no quiere decir que no haya consumo, pero no a los niveles que hay en las ciudades de Estados Unidos. Que sí, es un tema, obviamente, de limitar la producción de este… y la entrada de esta droga, pero también es un tema de salud pública y de comunicación.
Entonces, lo que le dije es que “en México hay valores en las familias y nos protegemos”. Y así hay que seguirlos impulsando.
Desmenucemos esta parte de la declaración de la presidenta de México:
- Afirma que su gobierno está haciendo su trabajo en contra de la producción y distribución de fentanilo. Solo que el fentanilo mata a más de cien mil personas al año en los Estados Unidos.
- Promete que su estrategia de seguridad (la de Omar García Harfuch) dará resultados. (Lo mismo prometió su antecesor y promotor, Andrés Manuel López Obrador, y no cumplió).
- Anuncia que el 7 de enero próximo dará a conocer su estrategia contra el fentanilo y las otras drogas. La analizaremos en su momento.
- Presume que el consumo de fentanilo en México no tiene las proporciones del que agobia a los Estados Unidos. Esa aseveración implica un reconocimiento de que al menos una parte del fentanilo que se consume en los EE.UU. sale de nuestro país.
- Reconoce que se debe limitar la producción del fentanilo. Tiene parte de razón; lo que no dice es que México carece de fentanilo. Lo produce con base en los precursores que entran de contrabando, los cuales provienen de China y de la India, principalmente. La cuestión está en que Sheinbaum y su gobierno ─como el de López Obrador antes─ deja pasar esos precursores.
- Acepta también que se debe limitar la entrada de fentanilo a Estados Unidos, aunque subraya que el problema también es de salud pública y comunicación. Digámoslo claro: no se debe limitar la exportación ilegal de fentanilo a Estados Unidos, se debe evitar absolutamente. El hecho de que entre «poquito» no reduce su letalidad en las personas adictas.
- Se jacta de que en México hay valores familiares y que nos protegemos. Su movimiento ─mejor dicho, el movimiento de Andrés Manuel López Obrador al que usted pertenece─ miente en esto, ya que la descomposición social (si gusta, la denomino disolución social) es visible y lacerante. Se necesita no querer verla para negarla.
En otra parte de su declaración del 30 de diciembre pasado, la presidenta Sheinbaum apuntó lo siguiente:
Y tenemos que colaborar, hasta por razones humanitarias, para evitar que esta pandemia de consumo de fentanilo en los Estados Unidos continúe; abocarnos a que no haya esto en México y a evitar que continúe en Estados Unidos, siempre con respeto a nuestras soberanías, pero colaborando en todos los temas que tienen que ver con la inseguridad.
Y la otra, muy importante que hemos mencionado aquí también: ¿qué pasa cuando la droga entra a Estados Unidos? O sea, ¿cómo se vende el fentanilo en Estados Unidos, en las ciudades de Estados Unidos?, ¿o allá no hay ilegalidades en la venta?, ¿quién lo vende allá en las ciudades?, ¿quién lo distribuye?, ¿a dónde va el dinero de la venta de la droga en Estados Unidos?
Entonces, así como nosotros nos estamos ocupando del tema en nuestro país, también tiene que haber por parte de los Estados Unidos. Y la colaboración en el marco de respeto que siempre tiene que darse.
Vamos nuevamente al análisis:
- Es necesaria la colaboración, «hasta por razones humanitarias». Eso de que «tenemos que colaborar» suena más a obligación que a convicción.
- Pregunta Sheinbaum de manera pertinente: ¿qué pasa cuando la droga entra a Estados Unidos? Tal vez haya políticos y autoridades que privilegien en su país los abrazos sobre los balazos, como en México.
- Habla la presidenta de que la colaboración contra el narcotráfico se dé «en el marco del respeto que tiene que darse» entre México y Estados Unidos. ¿Aunque eso signifique encubrimiento, protección e impunidad a los delincuentes?
El 2 de enero, en otra «mañanera del pueblo», Sheinbaum Pardo reiteró «con bases científicas» que el citado reportaje de The New York Times carece de credibilidad porque las condiciones descritas por las enviadas del periódico hacen inviable la fabricación del fentanilo.
Sheinbaum Pardo utilizó tras testimonios: uno, de la titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), Armida Zúñiga Estrada; otro, del director general del IMSS-Bienestar, Alejandro Svarch Pérez, y el tercero de la química analista de precursores en campo de la Secretaría de Marina, teniente Juana Peñaloza Ibarra.
Sheinbaum Pardo consideró contundente la suma de los tres testimonios. Para ella no hay más.
La presidenta (señalada como espuria por Conteo Ciudadano y La Carpeta Púrpura) ha evitado informar a la nación, a Estados Unidos y al mundo sobre la magnitud del tema del fentanilo en México. No ha dicho cuántas toneladas de precursores entran ilegalmente al país y por dónde. Tampoco refiere cómo entran. Es válido suponer que la 4T las deja pasar, dado que tiene el control de casi todo el país. Es muy factible que, como en Estados Unidos, haya ignominiosas complicidades.
La presidenta cuestiona las evidencias (fotos y video), dice que las condiciones exhibidas son letales; se olvida, sin embargo, que la delincuencia experimenta con seres humanos; y que lo hace porque sus vidas no les importan. Ella desconoce las condiciones particulares de salud de los hombres exhibidos por las periodistas de The New York Times.
La jefa de gobierno y de Estado de México debería de saber que un video es apenas una referencia, porque la realidad del fentanilo es tremenda para México y los Estados Unidos.
¿Cuántas toneladas de precursores de fentanilo estarán escondidas a lo largo y ancho de México? ¿Quiénes permiten ese contrabando? ¿Cuántas toneladas de fentanilo se producen de manera clandestina y con el permiso de quiénes?
El reportaje del NYT habla, ciertamente, de que las autoridades mexicanas acosan a los productores de fentanilo, y de que el laboratorio exhibido era provisional. ¿Cómo serán las «cocinas sofisticadas»‘? Las periodistas, por lo demás, si se protegieron con trajes especiales… Los «cocineros», a pesar de aparecer con el rostro cubierto, mostraron sus complexiones. ¿Por qué? ¿A qué se atienen?
El gobierno mexicano dice que el reportaje carece de veracidad; el New York Times dice, en cambio, que es absolutamente verídico. ¿Qué implica el justo medio?
Cerremos con otra pregunta: ¿qué tanto podrían saber ciertos medios y autoridades de los Estados Unidos sobre la producción de fentanilo en México que ignoran las autoridades nacionales de los tres niveles de gobierno?
(*) Jorge Santa Cruz es un periodista mexicano con 43 años de ejercicio profesional. Dirige Periodismo Sin Compromisos.
