León XIV y la encrucijada de la historia (parte 3 y última)

El comunismo y la masonería pretenden acabar con la Iglesia de Cristo. León XIII la defendió con firmeza y decisión; ¿lo hará León XIV?

Por el Gral. de División DEM retirado Roberto Badillo Martínez

Imagen ilustrativa: Vatican Media

El 5 de mayo de 1891, el papa León XIII denunció en su encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas) que los obreros «aislados e indefensos» fueron entregados a la inhumanidad de los empresarios y a la «desenfrenada codicia» de los competidores.

Hizo aumentar el mal la voraz usura, que, reiteradamente condenada por la autoridad de la Iglesia, es precticada, no obstante, por hombres codiciosos y avaros bajo una apariencia distinta. Añádase a esto que no sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole, se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios.

León XIII exhibió las mentiras de los comunistas y los socialistas con razonamientos sólidos y palabras sencillas:

Establézcase, por tanto, en primer lugar, que debe ser respetada la condición humana, que no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo. Los socialistas lo pretenden, es verdad, pero todo es vana tentativa contra la naturaleza de las cosas. Y hay por naturaleza entre los hombres muchas y grandes diferencias, no son iguales los talentos de todos, ni la habilidad, ni la salud, ni lo son las fuerzas; y de la inevitable diferencia de estas cosas brota espontáneamente la diferencia de fortuna.

Y lanzó una alerta que sigue vigente 134 años después de que se publicó la Rerum Novarum:

Si algunos alardean de que pueden hacerlo, si prometen a las clases humildes una vida exenta de dolor y de calamidades, llena de constantes placeres, esos engañan indudablemente al pueblo y cometen un fraude que tarde o termprano acabará produciendo males mayores que los presentes.

León XIII planteó la unión en vez de la lucha de clases, a la luz de la doctrina católica:

En primer lugar, toda la doctrina de la religión cristiana de la cual es intérprete y custodia la Iglesia, puede grandemente arreglar entre sí y unir a los ricos con los proletarios, es decir, llamando a ambas clases al cumplimiento de sus deberes respectivos y, ante todo, a los deberes de justicia.

León XIV tiene en la Rerum Novarum un referente muy claro.

Siete años antes, en 1884, el papa León XIII publicó otra encíclica fundamental: Humanum Genus (El género humano), en la que condenó abiertamente a la masonería:

En nuestros días, todos los que favorecen el campo peor parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia bajo la guía y con el auxilio de la masonería, sociedad extensamente dilatada y firmemente constituida por todas partes. No disimulan ya sus propósitos. Se levantan con suma audacia contra la majestad de Dios. Maquinan abiertamente la ruina de la santa Iglesia con el propósito de despojar enteramente, si pudiesen, a los pueblos cristianos de los beneficios que les ganó Jesucristo nuestro Salvador.

Luego, presentó el propósito final de la masonería:

Aunque faltasen otras pruebas, lo dicho está probado suficientemente por el testimonio de los mismos jefes sectarios, muchos de los cuales, en diversas ocasiones, y últimamente en una reciente memoria, han declarado como objetivo verdadero de la masonería el intento capital de vejar todo lo posible al Catolicismo como una enemistad implacable, sin descansar hasta ver deshechas todas las instituciones establecidas por los Papas en la esfera religiosa. Y si los afiliados a la masonería no están obligados a abjurar expresamente de la fe católica, esta táctica está tan lejos de oponerse a los intentos masónicos, que más bien sirve a sus propósitos. En primer lugar, porque este es el camino de engañar fácilmente a los sencillos y a los incautos y de multiplicar el número de adeptos. Y en segundo lugar, porque al abrir los brazos a todos los procedentes de cualquier credo religioso, logra, de hecho, la propagación del gran error de los tiempos actuales: el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos. Conducta muy acertada para arruinar todas las religiones, singularmente la Católica, que, como única verdadera, no puede ser igualada a las demás sin suma injusticia.

También, en este sentido, León XIV tiene un referente muy claro.

Su Santidad León XIII murió el 20 de julio de 1903. Dos años después ocurrió la guerra ruso-japonesa y once años más tarde estalló la Primera Guerra Mundial.

El siglo XX vio cómo los socialistas y comunistas implantaron la dictadura comunista en Rusia; cómo lo hicieron en China continental, en Corea del Norte, en Cuba, en Vietnam… Y cómo la masonería controló a los gobiernos de las democracias como las de Estados Unidos, Inglaterra y Francia.

La Iglesia, por su parte, fue alejándose paulatinamente de las enseñanzas de León XIII merced a la infiltración comunista y masónica de que era objeto. Muerto Pío XII en 1958, la infiltración asumió el control de la Iglesia fundada por Jesucristo dos mil años antes.

Pese a las advertencias de León XIII, el comunismo internacional se aprovechó de la Primera Guerra Mundial para desatar la revolución bolchevique en la Rusia zarista, un país que nada tenía que ver con el desarrollo tecnológico e industrial que se estaba dando en Europa y los Estados Unidos.

Vladimir Ilitch Lenin, líder de la revolución bolchvique.
Foto: Concepto

La revolución comunista de 1917 tenía como objetivo primario su expansión al resto de Europa. Sus proclamas y proyectos llamando a la subversión llegaron prácticamente a todos los países europeos; lo mismo a los grandes que a los pequeños. Así lo confirmó ex primer ministro soviético, Nikita Salomón Kruschev, el sucesor de Stalin.

Esa ambición imperialista del comunismo internacional produjo la reacción de algunos pueblos europeos (los que no estaban subyugados por la masonería); especialmente en Alemania. Tales son los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial.

Todo ello paralizó prácticamente al papado en su lucha contra el comunismo internacional, lucha que, insisto, llevó a cabo de manera abierta León XIII. Esto, a pesar del Concordato entre Alemania y El Vaticano.

Durante la Segunda Guerra Mundial, fueron particularmente intensas las presiones de Estados Unidos e Inglaterra sobre el papa Pío XII. Detrás de esa estrategia estaban dos masones: Franklin Delano Roosevelt, presidente de EE. UU., y Winston Churchill, primer ministro inglés.

Pío XII.
Foto: FSSPX

Poco, muy poco, casi nada se ha investigado y escrito acerca del frente diplomático, económico, financiero y mediático contra la Santa Sede antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

Se conoce más acerca de la alianza mundial organizada por Occidente para ayudar a la Unión Soviética que estaba controlada por masones rusos. Esa alianza mundial fue la que derrotó realmente a Alemania. Putin quiere ocultar esa realidad; por eso prohibe que se enseñe en las escuelas rusas.

¿Qué pasó después de la Segunda Guerra Mundial? Que la masonería infiltrada fue copando las estructuras vaticanas. Espero pacientemente la muerte de Pío XII y colocó entonces a papas completamente a su servicio. Hablo, por ejemplo, de Juan XXIII, a quien la propaganda masónica y comunista presenta como «el papa del pueblo» y «el papa bueno».

Los sucesores de Juan XXIII han seguido las mismas políticas; contrarias absolutamente a las de León XIII, quien, como cité líneas arriba, previó que la lucha de clases terminaría por provocar males mayores. Juan Pablo II, como polaco, sufrió los abusos del comunismo y fue (como expuse en un artículo previo) aliado de Reagan contra la Unión Soviética. Pero, por ejemplo, en un viaje a Lourdes, en Francia, habló favorablemente de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Esto ocurrió el 13 de agosto de 2004.

Ahora bien, el papa León XIV, sin duda, demostrará que es un experto en geopolítica mundial, en historia universal, en historia de las grandes revoluciones y en la historia de los grandes imperios que han gobernado al mundo en los últimos dos mil años. Es fácil comprender que tuvo mucho tiempo para estudiar esos temas en los pueblos paupérrimos del Perú, donde pasó más de veinte años. Yo no puedo comprender que un papa sin conocimientos históricos sólidos, principalmente de Europa, haya adoptado el nombre de León XIV y que, además, ignore lo trascendental que fue León XIII; y lo que representa aun en la actualidad este insigne pontifice para la Iglesia y para la civilización occidental, las cuales están mortalmente amenazadas por el comunismo y la masonería, que prácticamente son la misma cosa.

Si esto es así, olvídense de que será la continuación del papa Francisco y todo lo que representó de negativo para la Iglesia universal. Olvídense también de que choque con Donald Trump en las políticas acertadas que el gobernante estadounidense tiene en los temas de religión, de la familia, de la migración indiscriminada que desestabiliza países y en la defensa histórica de la civilización occidental. Me parecería inaudito que el papa León XIV, quien conoció los crímenes horrorosos de Sendero Luminoso en la república del Perú, apoye las ideas socialistas que han penetrado tanto a los países de América y Europa.

Si las políticas que sigue el papa no van en la dirección que apunto, entonces el nombre de León XIV señalará sus contradicciones. No se puede decir «soy León XIV» y apartarse de las políticas de la Iglesia. O defiende a la religión católica (como lo hizo decididamente León XIII, el último gran guerrero de la Iglesia católica, apostólica y romana) o abdica ante el comunismo y la masonería. Todo se reduce a estar con Cristo o contra Él; a ser leal o traidor. No hay más.

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