Aprovecha el ruido provocado por tantos escándalos políticos y criminales para robarles su identidad a nuestros niños y jóvenes

Por Jorge Santa Cruz
Imagen ilustrativa: Especial
El país se mueve en una peligrosa espiral de asesinatos contra funcionarios, periodistas, abogados, sacerdotes, maestras jubiladas y empresarios presuntamente vinculados a la narcopolítica y al huachicol fiscal.
El régimen mesiánico exhibe su incompetencia, su insensibilidad y su soberbia sin que merme la aprobación que tiene entre sus incondicionales comprados mediante los programas sociales electoreros.
Después de las tragedias, promete información clara y transparente;pocas horas después, oculta los datos de los municipios afectados por las tormentas y las inundaciones.
El gobierno en sus tres niveles (federal, estatal y municipal) utiliza la misma demagogia del PRIAN y del otrora PRD para minimizar daños.
La parte de la sociedad que está consciente de la tragedia nacional ve estupefacta cómo protege el régimen a sus funcionarios y legisladores corruptos, y la manera en que despoja a los ciudadanos de la más elemental protección contra los abusos de la autoridad. Sin embargo, el poder de manipulación de la 4T es tal que las traiciones del obradorato transcurren según lo planeado desde Palenque y la Ciudad de México.
Lo paradójico es que tanto ruido político —aunque parezca lo contrario— favorece al obradorato, el cual tiene el propósito de quedarse con la niñez y la juventud mexicana para entregarlas a las peores aberraciones humanas y los abusos sexuales.
¿Usted no lo cree? Para que lo compruebe, solo revise los libros de texto obligatorios, elaborados con base en la “pedagogía del oprimido” del teólogo de la liberación brasileño, Paulo Freire.

Los textos obligatorios no solo roban la inocencia a nuestros hijos y nietos, sino que los empujan a la homosexualidad, la corrupción sexual y a una gravísima crisis de identidad.
Lo anterior, sin menoscabo de que empujan a la niñez y la juventud a una criminal lucha de clases.
El obradorato quiere convertir a nuestros niños y jóvenes en agentes subversivos al servicio del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla, es decir, del comunismo internacional.
¿Lo permitiremos?
