Por Jorge Santa Cruz
Las recientes declaraciones del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que el país se encuentra en bancarrota provocaron virulentas reacciones en su contra, sobre todo de parte del sector neoliberal.
El presente trabajo no tiene, en modo alguno, el propósito de defender al futuro presidente de México, sino el de demostrar que tiene buena parte de razón, más allá de las imprudentes contradicciones en que incurre.
Contradicciones de AMLO
El 5 de septiembre pasado, en Monterrey, Nuevo León -a donde fue para reunirse con industriales- dijo textual: “No hay crisis política. No tenemos una crisis financiera”,
11 días después, el mero 16 de septiembre, al iniciar en Tepic, Nayarit, su gira de agradecimiento, el tabasqueño declaró: “El país está atravesando por una crisis económica y social muy difícil. Posiblemente por la situación en bancarrota en que se encuentra, no podamos cumplir todo lo que se está demandando”. López Obrador tuvo el cuidado, sin embargo, de asegurar que sí cumplirá con todos sus compromisos de campaña.
La realidad supera a la teoría
En términos financieros, la bancarrota se da cuando una persona, una empresa, una institución o un país no pueden pagar lo que deben.
En ese sentido, México como país tiene cierto margen de maniobra. La mayoría de los mexicanos, en cambio, no.
Los datos:
El Ingreso Promedio Nacional Mensual en abril de 2018, según el CONEVAL, fue de mil 728 pesos. Con ese dinero, apenas se puede sobrevivir.
El 1 de mayo pasado, en ocasión del Día del Trabajó, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos difundió que los 10 más ricos concentran el ingreso del 50 por ciento de los más pobres.
En este mismo mes, las estadísticas revelaban la siguiente distribución salarial:
- Mexicanos con empleo, pero sin ingresos: 3.4 millones.
- Mexicanos con ingresos de hasta dos salarios mínimos: 22.1 millones.
- Mexicanos con ingresos de 10 o más salarios mínimos: menos de 485 mil.
El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico reveló el pasado 10 de septiembre, que en el sexenio de Enrique Peña Nieto lo que realmente se observó «fue la Democratización de la Precarización Salarial, no el incremento de la productividad o del beneficio productivo esperado por las reformas económicas». Y para comprobarlo da, entre otras, las siguientes cifras:
- Se perdieron 1.4 millones de empleos en el rango entre 2 y 5 salarios mínimos.
- Se contrajo en 1.1 millones la cantidad de quienes perciben entre 5 y 10 salarios mínimos.
- De igual forma se redujo en 426 mil el número de personas que gana más de 20 salarios mínimos.
- En total se perdieron más de 2.9 millones de las fuentes de empleo mejor pagadas.
- En contrasentido lo que se creo fue ocupación y empleo que paga hasta 2 salarios mínimos: aumentó en 6.3 millones.
Conclusión 1
La mayoría de los mexicanos carece de los recursos económicos para comer bien y vivir con dignidad. Esto, ¡es un desastre!
Conclusión 2
La descomposición social ha llegado a tales niveles que la violencia criminal rebasa la capacidad de almacenamiento de las morgues, por lo que los cadáveres deambulan en enormes cajas refrigeradas de tractocamiones. Esto, ¡es otro desastre!
Conclusión 3
La cúpula empresarial se empeña en que el Nuevo Aeropuerto Internacional de México se siga construyendo en Texcoco, Estado de México, para evitar pérdidas estimadas en 120 mil millones de pesos. Dice que la obra tendría una rentabilidad de mil millones de dólares al año (poco menos de 20 mil millones de pesos al tipo de cambio actual).
Sus cálculos empresariales no toman en cuenta las pérdidas irreparables al ambiente y las consecuencias de éstas, sobre las personas.
El que los números estén por encima de las personas, ¡es el peor desastre!
Contacto con el autor:

[…] Periodista mexicano. jlsc.ua@gmail.con | […]
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