Temporada de huracanes, ¿desastres naturales?

JJARRPor Juan José Agustín Reyes Rodríguez (*)

Foto superior: JJARR.

Como ha venido ocurriendo por décadas, inclusive siglos, se destinan miles de millones de pesos para atender los “Desastres Naturales”, provocados principalmente por los huracanes o ciclones tropicales, que se han presentado y lo seguirán haciendo anualmente.

Estos meteoros se están presentando cada vez con más intensidad y mayor frecuencia y número. Ciertamente es uno de los efectos del cambio climático que afectan a nuestro planeta, por causas naturales y por la mano del ser humano.

Hemos sido testigos o por los medios de comunicación, de vidas perdidas, ciudades inundadas, cerros deslavados, poblados y cultivos arrasados, infraestructura carretera e inmobiliaria destruida, ríos desbordados y más daños causados por los huracanes.

Narda, el tiro de gracia. (Información pública)
Información pública

Todos estos daños se han atribuido exclusivamente a los fenómenos naturales, que, de acuerdo a su magnitud o categoría, se clasifican desde depresión y tormenta tropical hasta huracán, categorías del 1 al 5: el grado de afectación está en función de la categoría y permanencia con la que lleguen. Hay ciclones tan “tercos”, que impactan en las mismas regiones con alguna variación, lo cual obliga a la restauración o reconstrucción de la infraestructura, vías de ferrocarril, caminos, puentes, poblados y otros daños causados anualmente o cada dos o tres años.

¿Pero, por qué no se quieren ver otros factores que agravan la situación, no atribuibles exclusivamente a los huracanes, sino fundamentalmente a la acción humana?

Las Sierras Madres Occidental, Oriental y del Sur, representan una importante barrera que amortigua de alguna manera el impacto de los ciclones, que pegan por el Atlántico y el Pacífico, disminuyendo su categoría. Sin embargo, la cantidad de lluvia que llevan estos meteoros se descarga en las zonas donde impactan y por su trayectoria previa y posterior. La energía cinética de la lluvia y el viento es de tal magnitud que tiene un efecto devastador en los terrenos donde cae.

Desde luego que no podemos atribuir a los bosques que puedan eliminar el impacto de los huracanes, pero desde luego que las evidencias muestran que en donde permanecen los bosques, selvas y humedales, los impactos son mucho menores.

Pérdida de bosques. (JJARR)
Pérdida de bosques por el cambio de uso a agricultura insegura e ineficiente. Cerro Gordo, municipio de Tejupilco, Estado de México. (Foto: JJARR)

Si hacemos un recorrido por el país y en especial por donde se presentan los deslaves de cerros, inundaciones de cultivos, poblados y ciudades, es justamente en donde existían bosques, selvas y manglares que han sido afectados o eliminados para dar paso a actividades agropecuarias, desarrollos urbanos, así como infraestructura carretera, ferroviaria y turística, por mencionar algunas.

Los recursos forestales, especialmente la vegetación, es la cubierta que viste a los cerros, montañas y áreas costeras, que tienen como una de sus principales funciones ecológicas, aminorar la energía cinética de las lluvias y vientos, con lo que la fuerza de destrucción disminuye notablemente, así como permiten infiltrar el agua y reducir la escorrentía.

La pérdida de bosques, selvas y manglares, quitan de manera directa esa defensa natural contra los meteoros recurrentes con las consecuentes situaciones de “desastres naturales”, que más bien deberían llamarse “irresponsabilidades humanas”. Si bien hay que reconocer que los ciclones son una fuerza descomunal, la lluvia y vientos que llevan no tendrían los impactos en las poblaciones si mantuvieran sus recursos forestales, que visten a la tierra.

Panorámica de pérdida de bosques. (JJARR)
Panorama de pérdida de bosques, suelos, fauna, paisaje que se pueden encontrar a lo largo y ancho del país. Municipio de Tejupilco, estado de México. (Foto: JJARR)

Cada año se destinan miles de millones de pesos al Plan DNIII, que es un paliativo muy caro, sin que se busque atender las causas señaladas anteriormente. En el discurso político se menciona la importancia de los temas ambientales, pero no se refleja en la atención con recursos presupuestales, personal profesional y apoyos a las actividades forestales, que no se reduce a solamente la reforestación, dejando de lado lo más importante que es el manejo forestal. La silvicultura es la ÚNICA ciencia que desde su nacimiento hace siglos, tiene como principio fundamental la sustentabilidad o sostenibilidad.

Ha habido claro–oscuros en el sector forestal. Normalmente ha estado presente su importancia en los discursos políticos, sin que se refleje en las acciones y decisiones de verdadero apoyo. LOS DISCURSOS SIN RECURSOS, ES DEMAGOGIA.

Los trabajos de reforestación se vuelven indispensables. (JJARR)
Los trabajos de reforestación se vuelven indispensables para recuperar la función forestal de los terrenos devastados, lo cual implica costos mayores que haber mantenido la cubierta forestal original. Reforestación con piñón mexicano o Jatrofa (Jatropha curcas Var. Doña Fernanda I). Municipio de Tejupilco, Estado de México. (Foto: JJARR)

Como una referencia de la historia reciente, en julio de 1985 se celebró el Congreso Forestal Mundial Forestal en México, el que fue clausurado por el Presidente De la Madrid, dando un mensaje de apoyo y de gran relevancia para el sector forestal, pensamos que sería el momento del despegue forestal del país. Paradójicamente, a los pocos días desapareció a la Subsecretaría Forestal integrando parte de sus funciones a la Subsecretaría de Agricultura.

Ya en 1982, se había provocado el primer desmantelamiento de la entonces Subsecretaria Forestal y de la Fauna, que estaba integrada con prácticamente todas las funciones forestales, con un manejo integral de los recursos forestales, pasando las áreas de fauna silvestre, parques nacionales, inspección y vigilancia a la naciente Subsecretaría de Ecología (por cierto a cargo de Alicia Bárcena, promovida por Salinas de Gortari y actual titular de la CEPAL) de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE).

En años recientes, en el 2001, se creó la Comisión Nacional Forestal, como un reconocimiento a la importancia de estos recursos que fue fortaleciéndose con personal profesional y recursos importantes. Al presidente Fox se le atribuyen muchos errores, sin embargo uno de los aciertos que se deben reconocer es la creación de esta importante Comisión.

Devastación de bosque de oyamel. (Información pública)
Devastación de bosque de oyamel por la construcción del Tren México-Toluca. (Foto: Información pública)

Han sido políticas públicas equivocadas de deforestar los bosques, selvas y manglares, avasallada por los programas que cambian su uso. Lo he señalado desde siempre en mi carrera profesional, que México con una capacidad de uso forestal, del 72 % del territorio nacional no se le haya apostado al desarrollo forestal integral de esas áreas y por lo contrario cambiarles el uso por cultivos más rentables económicamente para los productores privados, con costos ambientales mayores para la sociedad.

Los servidores públicos, del actual gobierno federal, de hacienda y los diputados, deciden hacia donde se orientan los presupuestos; no han reconocido la importancia de los recursos forestales y lejos de apoyar programas de investigación, manejo, aprovechamiento, transformación y comercialización, de estos recursos, así como la organización, capacitación y capitalización de los dueños y poseedores de tierras forestales, los vienen reduciendo a su mínima expresión, sin entender que si se asignaran recursos relevantes y se comprometieran programas forestales seguramente habría menores daños por los huracanes y sería una importante fuente de desarrollo rural real, permitiendo mayor empleo y permanencia de la población en sus lugares de origen.

Este sería un llamado a considerar que hay que identificar las causas y efectos de los llamados desastres naturales atendiendo a los recursos forestales que son de vital importancia para reducir el impacto de los huracanes, contribuyendo así de manera directa y tangible a mitigar el cambio climático, como se ha reconocido por las Naciones Unidas.

(*) Ingeniero Agrónomo Especialista en Bosques, por la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, Texcoco, Estado de México (hoy Universidad Autónoma de Chapingo); Maestro en Ciencias y candidato a Doctor en Recursos Naturales por The University of Michigan, en Ann Arbor, Michigan; Consultor en Recursos Naturales, Ambiente y Desarrollo.

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