Por Juan José Agustín Reyes Rodríguez (*)
¿Cuántas actitudes tenemos los humanos en nuestra vida cotidiana de las que no nos damos cuenta o les damos poca importancia? Transcurre la vida en diferentes espacios, situaciones, tiempos, edades, ambientes.
Indolencia
Podemos identificarnos con algunas, con todas o con ninguna de las actitudes que veremos. Empezamos por el hogar. Al levantarse, vemos primeramente el celular para revisar los mensajes, el WhatsApp, Messenger, Twitter, Instagram, Facebook, o cualquier otra red.
Después de algunos minutos, vamos al baño, a hacer las necesidades fisiológicas, lavarse las manos y los dientes. Se nos olvidó jalar la palanca del retrete, se acabó el papel por usar más de lo debido y se nos pasó traer el rollo nuevo. Pusimos pasta de dientes en todas las cerdas del cepillo, con gran desperdicio y, para no variar, dejamos el tubo de la pasta sin cerrar. Pero esto no fue todo: dejamos correr el agua de la llave sin importarnos que se malgaste.
Luego, a tomar la ducha. Dejamos correr algunos litros de agua fría, hasta que empieza a salir caliente. Al entrar a la regadera, terminamos de despertar. Nos enjabonamos, enjuagamos, secamos… Dejamos mojado el piso porque urge que nos vistamos. Seleccionamos la ropa que esté más o menos planchada y si no, pues, arrugadita.

Ahora sigue el desayuno, en familia o cada quien según sus tiempos y compromisos. ¿Y los trastes? Bueno, después los lavamos… Hay que salir. Al trabajo, a la escuela, a caminar, a correr, a pasear al perro…
Es frecuente que en algunos conjuntos habitacionales se hagan celebraciones a horas inapropiadas con los ruidos y escándalos que molestan a los vecinos.
Agresión/irresponsabilidad
Unos salen en auto; otros en bicicleta, en moto, en patín del diablo o caminando para tomar el transporte público. Los habitantes urbanos tienen diferentes experiencias y actitudes a las de los peri-urbanos y rurales.
Obviamente que la vida en las áreas urbanas tienen experiencias más estresantes y emocionantes; también más impersonales. El auto particular convierte al chofer en un piloto de pruebas; sí, a prueba de impaciencia, de agresión, de otros conductores que se atraviesan con gran imprudencia aunque la ganancias de tiempo y distancia sean irrelevantes.
Para esto, ya van unas cuantas «mentadas» de madre, de padre y abuela; eso sí, se dan y se reciben a diestra y siniestra. No se diga cuando las señoras copetonas llevan a sus críos a la escuela, pretendiendo dejar a sus hijos casi ¡a la puerta del salón!, estacionándose en doble, triple y hasta cuádruple fila. Donde les es posible, causando tremendos embotellamientos de vehículos.
Y las demás personas que se dirigen a sus trabajos, obviamente entran a los arroyos de pavimento, metal y combustible llamados viaducto, periférico, eje vial, avenidas, calles o como sea el caso en cada ciudad.
Se requiere de otra dosis de paciencia y tolerancia. Pero, cuando de repente algún conductor «muy vivo» quiere pasar cuando los semáforos están ya en amarillo o rojo, sólo consigue quedarse en el cruce de las calles o avenidas y genera, eso sí, un «tapón» que impide pasar a los otros autos .
El caos vial se generaliza cuando otros conductores imprudentes bloquean otros cruces, lo que deriva en que se forme una gigantesca «telaraña vehicular» de la que nadie se escapa, sean justos o pecadores. No respetan el paso de uno en uno, donde no hay semáforos.

Finalmente, los automovilistas llegan a su destino y ahora, ¡a encontrar lugar de estacionamiento!, en la calle o en locales habilitados para tal efecto, donde están los franeleros.
Es necesario acordarse depositar monedas en los «robómetros», porque, de otra manera, cae la plaga con sus «arañas» sobre las llantas. ¿Y en los estacionamientos? Pues hay que aguantar rayones en los coches, pérdida de herramientas u objetos olvidados, sin que haya responsabilidad alguna para los encargados de esos lugares. ¿El regreso? Bueno, es otra aventura semejante a la descrita previamente.
En las ciudades se ha puesto de moda el uso de la bicicleta, de la motocicleta y, cada vez más, del patín del diablo eléctrico (que es una aventura de alto riesgo, tanto para los usuarios de estos transportes como para los peatones que, si se descuidan, son arrollados por estos vehículos ligeros).
Es muy común que los automovilistas no respeten el paso al peatón, cuando dan vuelta en alguna calle e invadiendo las cebras. Tampoco, el paso de uno en uno, donde no hay semáforos.
Inconsciencia
Para no ser menos, los peatones también tienen su inspiración. Normalmente hay cruces marcados en cada esquina, las llamadas «cebras», que son justamente los espacios designados para el paso de peatones, que, se supone, deben esperar la luz verde para cruzar. Mucha gente la respeta, pero otra que se avienta a cruzar cuando ve espacios entre los vehículos.
Otro, simplemente se atraviesa a media calle, poniendo en riesgo sus vidas y transfiriendo su irresponsabilidad a los automovilistas que se ven involucrado en esos accidentes. La prisa de los peatones se ve por todos lados, por la necesidad de abordar el transporte público o de llegar a tiempo a su destino.
En el metro de la ciudad de México y en otros transportes públicos es una verdadera odisea subirse y bajarse, especialmente en las horas pico.
Además, está la descortesía de usuarios que se sientan en los lugares asignados a personas mayores o con discapacidad. También, la de quienes ocupan asientos contiguos a los pasillos, lo que dificulta que otros pasajeros puedan utilizar los que dan a las ventanillas.

Las paredes de las casas y edificios han sido convertidas en importantes «lienzos» para la inspiración urbana, por lo que encontramos pintarrajeadas las paredes, sin ton ni son, sólo por el gusto que se dan esos «inspirados artistas» de aerosol y de brocha gorda. Hay que reconocer que algunos tienen mucha idea.
Raterismo
Normalmente a los «rateros» o ladrones se les denomina con un nombre muy elegante: “amantes de lo ajeno”. Están muy activos en plena calle, en el transporte público, en los centros comerciales, en los tapones de tránsito (donde aprovechan para robar a los automovilistas, sea que anden a pie o, cada vez más, motocicleta).

En muchos pueblos o comunidades, la situación es un poco distinta, ya que se ha exacerbado el uso de la violencia contra los rateros, a los que ahora linchan. A veces, la policía logra recatarlos. «¿Quién mató al Comendador? ¡Fuente Ovejuna Señor! «.
Plagios escolares
Se con mucha frecuencia en estudios profesionales, de maestría y doctorado, el plagio de artículos y tesis para obtener los grados, gracias a las facilidades que ofrece la internet.
Esto ha provocado una plaga de nuevos “profesionistas” sin compromiso con la sociedad, que buscan solamente satisfacer sus intereses personales o de grupo. Copiar al compañero de banca en la escuela ya es prueba superada.

También existe una pléyade de aviadores, que con su carácter de investigadores y catedráticos de tiempo completo, resulta que al mismo tiempo que «cumplen» con sus deberes en las instituciones educativas también «trabajan» en el gobierno federal y los estatales y municipales, además de hacerlo en empresas privadas o en sus propios negocios. Todo al mismo tiempo. Es un verdadero milagro, pues tienen ¡el don de la ubicuidad!
«Cochupo» electoral
Un deporte nacional es el de las tranzas electorales en todos los órdenes de gobierno. Existe una incultura partidaria que se manifiesta en los «cochupos» electoreros que llevan a cabo los partidos políticos, tanto en las elecciones constitucionales como en sus procesos internos. ¿Cuál es la razón de los fraudes internos? La obtención, a la mala, de puestos directivos que dan acceso los millonarios recursos que les han otorgado los propios diputados que representan a los partidos, que se resisten a perder esas canonjías.

Pandilleros legislativos
Que buenos espectáculos nos han dado los legisladores de ambas cámaras legislativas, donde ha prevalecido la sinrazón, la discriminación de algunos legisladores conservadores, que rayan en el racismo, la intolerancia y la irresponsabilidad de algunos. Gritos, jaloneos, golpes y lucha libre. Un verdadero escenario pandilleril, callejero y, por cierto muy divertido, para los espectadores.

Marchas y plantones
Otro de los deportes favoritos es el de las marchas y plantones frente a las diversas instituciones, por parte de organizaciones cupulares de campesinos, transportistas, trabajadores y el cotidiano movimiento antorcho, brazo armado del PRI, que se ha caracterizado por las invasiones de tierras, para luego exigir su regulación.
Las peticiones normalmente son en el sentido de que el gobierno asigne más presupuesto a sus agremiados cuando, en realidad, se ha visto y comprobado que como las lluvias en el desierto, no alcanzan a llegar a tierra y se quedan con los líderes y sus cómplices más cercanos.
¿Han visto las mansiones, ranchos, autos de lujo, relojes y cadenas de oro; viajes en primera clase de avión, familiares ocupando puestos de altura y la vida de ricos que se dan esos líderes “sociales”?
Estas actitudes, conscientes o no, reflejan mucho del porqué México se encuentra como se encuentra. Independientemente de la responsabilidad que puedan tener el gobierno y sus instituciones, es resultado del nivel en educación, cultura y compromiso como individuos, familias, grupos sociales y comunidad en su conjunto.
México es rico en recursos naturales, tiene antecedentes culturales muy relevantes, historia con altas y bajas, pero la misma que nos ha permitido seguir como nación. Tenemos un reto como sociedad de cambiar y superar muchas actitudes para llevar a México a niveles más altos de consciencia, participación y mejores condiciones de vida para todos.
(*) Ingeniero Agrónomo Especialista en Bosques, por la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, Texcoco, Estado de México (hoy Universidad Autónoma de Chapingo); Maestro en Ciencias y candidato a Doctor en Recursos Naturales por The University of Michigan, en Ann Arbor, Michigan; Consultor en Recursos Naturales, Ambiente y Desarrollo.
