
Por Jorge Santa Cruz
Imagen ilustrativa: Gobierno de México
La opinión generalizada de los analistas políticos apunta a que el presidente Andrés Manuel López Obrador cesó a Irma Eréndira Sandoval Ballesteros como secretaria de la Función Pública por sus nulos resultados en el combate a la corrupción y por haber tratado de imponer a su hermano, Pablo Amílcar Sandoval, como candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero, contra los deseos del Ejecutivo federal que la había reservado para Félix Salgado Macedonio.
Tal apreciación, a nuestro juicio, es parcialmente correcta. Sandoval se abstuvo de proceder contra el director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett Díaz, a pesar de que no declaró más de veinte casas; tampoco sancionó como merecía a León Manuel Bartlett Álvarez, hijo del actual titular de la CFE, por vender respiradores carísimos al IMSS en el estado de Hidalgo, cuando iniciaba la pandemia de Covid-19 en nuestro país. Irma Eréndira se quedó quieta, también, cuando se supo que Pío López Obrador, hermano del presidente de la República, recibió dinero de dudosa procedencia.
Además, como secretaria de la Función Pública nunca aclaró si el patrimonio inmobiliario que comparte con su esposo, John Ackerman, activista enquistado en la UNAM, es verdaderamente lícito y si ambos lo pudieron adquirir con los ingresos que manifestaron al fisco.
Es más que obvio que a Pío y a los Bartlett los dejó en paz por su cercanía con el presidente López Obrador. Y que no ella se investigaría a sí misma.
A nuestro juicio, lo que causó la destitución de Sandoval Ballesteros fue su ambición presidencial, en la que tenía el apoyo de su esposo y del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
Los tres forman parte de las células que controlan a varias facultades de la UNAM: Ciencias, Ciencias Políticas y Sociales y Derecho, entre otras. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, está fuertemente vinculada a esos grupos de activistas.
López Obrador los aglutinó en torno suyo, y alimentó sus expectativas de poder. La pandemia de Covid-19 propició que López-Gatell se aliara con Irma Eréndira Sandoval y con John Ackerman, quien lo presentó en su programa de TV UNAM como «san Hugo López-Gatell» porque «iba a salvar a los mexicanos» del nuevo coronavirus.
Los desencuentros entre los dos grupos de agitadores llegaron a su clímax el viernes 18 de junio cuando Sheinbaum anunció que la Ciudad de México continuaría en el semáforo epidemiológico verde y la Secretaría de Salud federal, por gestiones de López-Gatell, corrigió a la funcionaria y dispuso que la capital de la República regresaría al semáforo amarillo. López Obrador se vio entonces obligado a definir su juego. Y lo hizo a favor de su consentida: Sheinbaum Pardo.
Está claro que el presidente López Obrador tiene a Sheinbaum como la elegida; por eso, a ella nada le hicieron la tragedia en la Línea 12 del Metro y el incendio en el Puesto Central de Control del propio Sistema de Transporte Colectivo.

Al finalizar su tercer año de gobierno , AMLO, SE ESTA DESDIBUJANDO POLITICAMENTE , es de muy mal gusto y mal para el y su gobierno , cuestionar a la clase media , ( de suyo muy sufrida y apaleada por gobiernos de izquierda y de derecha radicales y de centro ) y conceder tanto tiempo a sus adversarios , el caso es que ademas son escasos los resultados contra politicos corruptos del pasado y del presente, el pais esta estable , por su institucionalidad , lo que no quiere decir que este bien , por ejem: el IMSS sigue siendo la porqueria de siempre , ( claro no es culpa de amlo) pero prometio muchas cosas y la realidad es que es poco , pues el gobierno se centra en el , ademas la gente que le rodea , ambiciosos vulgares como el dice , no poseen ni el 1 % de la voluntad politica de AMLO, lamentablemente esta 4t , terminara dividida y pulverizada en tribus de grillos sin vocacion politica de servir , y el pais caera nuevamente en manos de los neoliberales de los cuales ya sabemos como actuan
Me gustaMe gusta